martes, 18 de febrero de 2014

Pestañas de terciopelo

Encendí de nuevo las velas rojas apoyadas en el poco espacio que queda entre la bañera y la pared, los pétalos marchitos de las rosas que no sé quién me regaló están flotando, como yo, que estoy flotando como ellos, no sé si sobre ellos, no sé si voy a la deriva sobre un pétalo o si voy a ahogarme en cualquier momento. A veces siento que todo esto me supera, te lo juro. No es que tú me hagas daño, es que tú me dueles. Y cuántos cometerán el error de creer ser "tú" en mis textos, y errarán como erré yo al creer ser "ella" en tus palabras...

Entonces el viento volvió a recorrer mi cuerpo, volvió a apagar las velas y me dejó, a oscuras bajo metros y metros de agua aunque mis dedos están fuera porque he despertado en mitad del mar con los pies en la profundidad e intentando bajar aquí cada una de las estrellas que brillan y se funden en el cielo... estiro mis brazos un poco más, pero no te alcanzo, sólo siento como te alejas.

Encendí las velas casi consumidas, sumergí mi cabeza hasta golpearla con el fondo de la bañera, y pensé "qué mejor final que un principio que de por si comenzó siendo un final". 

Y vino a mis ojos ese Quizá cuando estés más lejos que nunca comprendas que nadie tenía la culpa. Pero bajo este agua tan salada ya no puedo llorar más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario