lunes, 25 de febrero de 2013

Realista intrínseco.

Debí verlo venir cuando me dieron ese corazón oxidado sin remitente ni dirección. Pero no.
Mirarles desde el silencio, yo, cuando los gritos me ocultan, eclipsan mis lúcidas ideas, mis labios cerrados y las pupilas expandiéndose como un universo infinito, ante el infinito y el desgaste de las baldosas, los charcos de agua fría, agua sucia corría por mis antebrazos, tras las lentes, los cristales de colores y los márgenes estabas tú.

Un baile para dos y yo estática, aunque quizá la noche aún se presta a entrelazar sus dedos con los míos, clavar sus ojos en mis párpados y mantenerme despierta con las piernas colgando al borde de la ventana, en esta cornisa, dibujado con pinturas de cera queda mi amanecer enfrentándose a la luna, el humo y la ceniza traen recuerdos de quién fue... esa que hoy te escribe cartas que se vuelan con el viento, ¿quién?

Estación fin de trayecto, arañando las barras con las uñas desgastadas, mis párpados oscuros por maquillar el insomnio y unos labios rojos como si alguien los besara y dejaran su marca en el cuello de camisas... qué más quisiera yo que tener al menos un espectador para mis monólogos, mis tristes monólogos con la voz casi apagada y la afonía deslumbrando a tus oidos... mírame.

Quedaré sola, sola ante el viento de tu indiferencia y mis huesos serán el hielo de tus vasos, el frío de tus labios, las ruinas de los besos que quedaron en el aire.

domingo, 17 de febrero de 2013

Humo estelar

Quiere leerme en libros, aprender de mis encantos, mis excesos. Quiere un para siempre para nada... arañar el encaje de las medias, quiere eso, mucho más que eso, para mi... no queda demasiado y por mi, no daría demasiado. Ambos lo sabemos. Puede que sean los fármacos, el alcohol y el café o este viernes desordenado, escribiendo tras la mesa de madera, ya he apoyado mis codos en tus barras, he dibujado corazones de agua, con el agua de los hielos, de la lluvia, de un frío enero acariciándome los huesos.

Yo.

Superé los trastornos de escultores de piel fina y suave, irradiando sueños tus ojos sobre los pliegues de la cama si de rodillas estoy sentada sobre ella, dibujando como me miras con ojos de amor a carboncillo dulces como el pastel bajo este paisaje de acuarelas. 

Ella, que no soy más que yo, fumando apoyada contra la luna, ¿qué es sino?, un cuerpo curvilíneo al contraste del sonido de la silenciosa noche, un jersey a la altura de las caderas, tus dedos de encaje ya no encajan entre mis costillas. ¿Tú?, tú no me conoces. No hay más. 

Ceniza bajo mis uñas y unos labios a carmín marcados en la ventana, besando desde casa el horizonte en el que desapareciste, pasos atrás, el parque y sus hojas junto a mis piernas, dibujando mi contorno como una sirena en su mar, mirando el cielo avanzar en el tiempo, nubes dibujan lo que pienso. ¿Dónde estarán las estrellas cuando no las veo, cuando nadie mira, qué estaremos haciendo, que se estarán perdiendo...?

Te miro cuando no me miras y dejo tu mirada llena de miradas mías.

jueves, 14 de febrero de 2013

Mapas al ocaso.

Llovía, recuerdo que llovía, que se mecían las hojas de las rosas de tu mano con el viento de un verano helado, sacrificando el tiempo de soledad por estar contigo, desagradecido.

Mil copas habrán pasado por mis labios, ron por mis venas, sin tesoro tu pirata se evaporaba en bares con las medias a la mitad de las piernas, las cruces y cadenas, tacones, el fuego de un encendedor ilumina mis ojos, rojos de odios infumables, sólo él comprende mis verdades asquerosas y no, no me quiere pero sabe de mi más que todos esos que aseguran que de mi escribirían un tutorial si quisieran.

Yo. A mi se me lleva el viento, me deshacen los días incómodos, las conversaciones de silencios. Me vencen, las manos temblando, respiración entrecortada empañando el cristal del bus, me vences. Superando mis márgenes, sin defensas en mis lineas labiales de combate entre carmín y afonía. 

Apoye sobre cristales y hielos las palmas de las manos y mis ojos, clavados en el cielo, perfilando mis pupilas las formas caprichosas de las nubes, el horizonte de sombras y destellos tras edificios altos de mi magnética ciudad. Capaz. Me siento capaz, con la fuerza y valentía de sostenerme a mi misma sin necesidad de tus cuerdas, no será necesario que me muevas a tu antojo, he aprendido a columpiarme sobre el tiempo y las excusas son la arena de mi suelo. 

viernes, 8 de febrero de 2013

Contigo el cielo es un lugar en la Tierra

Brillaban mis ojos tras el humo del cigarro, mis últimas palabras latiendo en el pecho, el odio tras los labios, que inhumano eres a veces querido; no comprendiste el mundo, ¿lo pagas conmigo?, adelante, acabé conmigo misma sentada en la silla desde la que escribo y se me olvidó hablar hasta que recorde que tú no eras tanto, y que yo... no soy tan tonta. Nací de nuevo. Colisioné contra el acero de mis barrotes, caí de espaldas contra el suelo, con los ojos inhundados, los labios grapados, las manos temblando, las pupilas dilatadas se contraen y el universo se expande una vez más tras ese cielo negro de la noche que rompiste mis cuerdas de trapecista y yo sin red bajo mis pies.
 
Abro los ojos, sigues aquí, las botellas por el suelo y el sol a mi espalda, los hielos quemándome los labios, perplejos, mirando las luces y los rayos a lo lejos, un mar eléctrico ante la música electrónica de esas cuevas.
No soportaba la visión simple del mundo y limitarnos a lo realista, jamás conformarnos con lo que vemos, aprender de los errores... ¿para jamás volver a vernos?, no le encuentro utilidad al hiperrealista cuadro de tu cuarto al que llamas ventana para mi es un pozo que termina en las estrellas, cada estrella es mi sueño combustionando a lo lejos con el roze de unos labios por el cuello, la forma del cristal al romperse, la marca de unos labios rojos en la mejilla.

Los tacones en la mano, la primera copa fue al vestido, el maquillaje semiborrado, las medias rotas, haciendo equilibrismo entre barcos de madera cierro los ojos, me dejo caer, caigo, caigo... caigo a tus brazos, mirábamos como Madrid amanecía.