domingo, 7 de diciembre de 2014

Azul cielo

Me encontró con los dos ojos abiertos en el fondo de su bañera. No sabía cómo reaccionar y sostuvo mi cabeza con su brazo tras mi cuello, levantó todo mi cuerpo y escapamos a paso lento de aquella casa que poco a poco se agrietaba cada vez más, nunca antes me había sostenido con tanta facilidad entre sus brazos, mirando mis ojos encharcados y mis labios rotos y morados, nunca antes había sentido cómo mi alma se alejaba de mi cuerpo de ese modo, describiendo cómo moría poco a poco cómo se apagada la luz que hay dentro de mis ojos y él apareció meses antes al final de aquel instante, le encontré al final del túnel cuando las luces se fundieron y tropecé con su presencia, sin quererlo le encontré pero él ya me había visto, sin quererlo caí pero él ya había caído conmigo.

Él es la mano agarrando mi camisa un segundo antes de dejar que me precipite cuando al borde del edificio sólo veo oscuridad y recuerdo el mismo frío que sufrí con otros y que jamás he sufrido contigo, cuando dejé de sentir mis manos por el miedo, no pude hablar sólo esperar a dejar de ver con claridad mientras las lágrimas rodaban hasta el suelo... sólo tú podías salvarme.

Pero no pude dejar de mirar las pastillas disolviéndose al final del vaso, el humo, la luz, el ruido... y vi mi reflejo en el cristal roto, vi el agua deformándolo todo, y sumergí mi cuerpo hasta dejar de respirar entonces volví a sentir tus caricias en mi pelo, tus pestañas en mi rostro, tus ojos clavados en mis ojos... porque no podría soportar la tragedia de perderte por completo.

Pero nunca llegó porque nunca estuvo allí así que nadie me encontró.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Desorden (crítica social - opinión personal)

Todos aquellos que hayan leído alguna vez este blog sabrán, o al menos pueden intuir, que nunca he escrito con intenciones fuera de las recreativas, nunca ha sido un blog de índole periodística o política en la que yo haya expresado ningún tipo de opinión o noticia pero a día de hoy y como persona humana que soy me veo con la necesidad de expresar mi opinión a cerca de los hechos acaecidos la semana pasada en Vigo, como bien he resaltado esto es mi opinión y la voy a dar con el mayor respeto y el mayor grado de educación posible, ya que, como espero muchos de mis lectores comprendan, es una tarea ardua hablar con respeto de personas que no son respetables porque no saben respetar.

Una vez hecha la introducción no voy a repetir lo que ya se conoce de lo sucedido, simplemente lo voy a plantear de una forma sencilla: nos encontramos ante un atraco en una sucursal bancaria en Vigo, un patrulla de policía acude al comunicado, en el vehículo policial dos ocupantes: uno de ellos acaba con cuatro impactos de bala en el tórax, actualmente se encuentra con respiración asistida, en coma inducido y con un pulmón "destrozado", la otra agente fallece.

Podría hablar de cómo las "noticias" más allá de criticar la situación de inseguridad de los agentes de policía al no disponer de chalecos antibalas imprescindibles para salvar la vida y evitar este tipo de situaciones, este tipo de formas de perder una vida humana las cuales al igual que los accidentes de tráfico, se podrían evitar, prefieren mostrar imágenes de todos sus compañeros llorando y de este modo, supongo, intentar demostrar que los policías son personas humanas, por increíble que a ellos les resulte creer por lo que parece.

Luego también se podría opinar a cerca de todos aquellos que se dedican a alegrarse de la muerte de los policías, es decir, actualmente el odio hacia una institución implica el deseo de muerte de las personas que trabaja en ella, personas que hacen la compra, que tienen hijos, que tienen ilusiones y problemas... que las personas son personas, ni son instituciones ni son el trabajo que desempeñan, por lo que ese odio hacia las personas que ejercen la profesión de policía es ilógico al igual que culpar a la policía de lo desahucios, no os equivoquéis, la policía sólo acepta órdenes sin tener la posibilidad de negarse, la culpa de esos desahucios que tanto indignan es de los bancos apoyados por los gobiernos, y a mi me da igual que el gobierno se llame PP, PSOE o Podemos, a mi personalmente me da igual, porque todos son Podemos Pero No Queremos, porque es mucho más fácil llenar el bolsillo propio hasta que reviente que ayudar a remendar el de las personas que están contribuyendo a mantenerme en el poder y eso, en mi opinión es despreciable.

Pero no sabría decir si es tan despreciable o si lo es más, o menos que el artículo publicado por Alerta Digital hace tres díasdesde luego es una alerta a lo que se está convirtiendo el "mundo" digital porque poco falta para decir "se merecía morir porque ya sabéis, es mujer", bueno, ni sé ni tengo ningún tipo de interés en saber qué clase de ser vivo ha escrito semejante artículo, justificar que es lógica y razonable la muerte de una persona por el hecho de ser mujer y estar desempeñando un trabajo vocacional de ayuda y servicio a la comunidad es, entre otras cosas, un marcador de la incultura, de la involución del ser humano y del pensamiento más retrógrado que se puede encontrar. Porque todo aquel que pone el hecho de ser mujer como una justificación para la muerte es un maltratador y un asesino en potencia y esta crítica no va sólo dirigida al artículo sino al porqué del que se permita publicar ese tipo de opiniones en lo que se puede definir como un informador o un periódico digital... y ahora cualquiera de ustedes puede plantearse que lo que yo defiendo es "privar a esa persona de dar su opinión", bueno, creo que de la infinidad de palabras de las que consta nuestro vocabulario sumado a los valores éticos y morales que, nos gusten o no, rigen la sociedad actual (o al menos lo intentan) ese tipo de comentarios expresados en el artículo más que libertad de expresión del escritor es un intento del mismo de privar de la expresión de la libertad tanto a hombres como a mujeres para desempeñar el trabajo que deseen, porque la forma de vivir la vida de cada persona no debería ceñirse a cuestiones como el género, así que de criticar algo en toda esta situación es la inseguridad en la equipación de los agentes de policía enfrentándose a este tipo de situaciones para así poder salvar su vida y no plantear que Ella habría salvado la vida de haberse quedado en casa cuidando a dos o tres niños europeos los cuales el día de mañana serán como este escritor y pensarán que el lugar de las mujeres es el entorno doméstico y ese tipo de pensamiento, en mi más sincera opinión no es ni más ni menos que el tipo de pensamiento de un animal doméstico.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Azúcar suave.

El suave pero contundente deslizamiento del arco del violín sobre sus cuerdas, el vacío de las copas de bohemia y el agitar de los dedos sobre las pequeñas teclas de ese viejo y rojo acordeón. Sentía el olor de la primavera aún en verano y entonces llegó el otoño con su frío y sus horizontes nublados; aunque yo aún no me rindo y te dibujo paraísos en los cristales empañados mientras con tus ojos cansados ya no puedes ni mirarme y me dices "nunca dejé de echarte de menos", yo sólo te sonrío porque sólo sé sonreírte y posar mis ideas en tu hombro mientras fumo y fumo. Mientras te digo que te quiero con mis palabras blancas de humo.

Después de un infinito viaje, este largo caminar, este largo recorrido... aquí estamos tú y yo, observando este color azul y blanco del mundo al amanecer frente al mar y mis zapatos han caído al suelo mientras nos tumbamos sobre el capó. Acabé bailando para ti, delicados movimientos sobre el agua de la orilla, moviendo mi vestido blanco con mis rizos al sol de la mañana, las uñas tan rojas como los labios y una sonrisa medio rota.

Cierro mis parpados coloreados mientras me muerdes los labios. Tu reflejo en mi pupila es como el de un diamante sobre el hielo. Te miro como nunca he mirado a nadie, antes de ti yo sólo era ruinas, antes de ti yo era un desierto vacío en el que se ahogaban los gritos de mi soledad. Porque si tú lo eres todo, yo, antes de ti no era nada.

Camino descalza sobre pétalos de rosas rojas mientras mis pasos son seguidos por esos tigres de bengala blancos y un invierno helador, y atravieso el humo de las fábricas cuando a lo lejos me vislumbras como a un faro tras la bruma y mis destellos salen desde el pecho, hoy visto de encaje blanco, la pureza tras la sangre que tiñó un día mi suelo, cubre mi pelo y mi rostro un velo claro y puedes ver mis ojos como dos túneles negros y puedes perderte en mi final sin preguntar.

Tú tienes el poder de hacerme temblar sobre la cuerda que ata mis muñecas tras tu espalda. Tú eres el único capaz de dejarme sin palabras. Tú me haces cerrar los ojos y sentir mi brillo y destello, ver posible competir con las estrellas en una noche de verano y con las flores por mi pelo. Haciéndome subir por esa escalera de espejos hasta donde no hay más horizonte que un fondo de nubes blancas; el cielo es un lugar en la Tierra contigo.

Veo la luna llena entre las hojas de los inmensos árboles, un bosque por la noche, un lago oscuro con el reflejo de las estrellas en el agua, luciérnagas encerradas en botes de cristal cuelgan de las ramas... Sin ropa o maquillaje, sin mascaras ni velos, sin cortinas o apariencias me sumerjo y me baño en las constelaciones que nos cubren desde el cielo y no dudo ni un momento en dejarme hundir y ahogar si no te veo aquí conmigo y desde allí arriba verás cómo me pierdo, cómo me desvanezco en este fondo negro.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Ondas en el agua

Camino sobre barro y aún golpean en mi piel algunas gotas de lluvia, no he esquivado la tormenta, esta vez no. Cuando una lluvia intensa ha empañado el cielo de Madrid y hoy te he visto más gris que en blanco y negro. Me he clavado las espinas, he mirado el sol caer sobre su propio reflejo en este agua gélida, un lago que se hiela y ya sabrás de qué estoy hablando, por si aun no lo conoces me he escapado y no me volverás a ver en algún tiempo; quizá me encuentres, o eso espero, en el fondo de esa tumba, de ese oscuro precipicio que te atrapa al mirar dentro; veas el mar, la bruma, el oleaje arrastrando la espuma al golpear con las rocas, cien millones de gotas caen sobre el mismo agua y sólo tú verás sus ondas. Cómo me pierdo bosque adentro, cómo rechazo hacer los mismo equilibrios sobre el mismo horizonte y bajo un sol que me deslumbre y haga de mi piel arena.

Este ángel pálido vino a rescatarme, a acariciarme las manos, suturar mis heridas, darme aliento cuando el camino se hace largo, cuando la senda hacia la oscuridad aceche, cuando olvide hasta mi nombre y desconozca a esos viejos conocidos. Sé que él estará conmigo cuando dude y cuando arriesgue, cuando gane, cuando lo haya perdido todo... cuando mis manos sólo sean capaces de sostener el aire. 

Cuando el mármol que hace que quiebre la gota sea cartón que se deshace con la lluvia.
Cuando la curva sea pico, cuando la seda desgarre.
Cuando la esperanza se desvanezca como el brillo en la pupila.

La sangre fluya por venas artificiales, cuando puedas acariciar mi sangre, sentir el frío calor de un suspiro, cuando no queden palabras ni silencios...

Cuando me encuentren al final de mi camino.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Porque yo te quiero

Él detiene el tiempo, silencia el mundo y hace del cielo un lugar pequeño al que asomarse en su mirada. 

Él desestructura mi armadura, mi blindaje, y me hace débil; me deshace con la tristeza de sus ojos si me mira antes de irse, antes de despedirnos y sin saberlo me derrumbo en más de cien hojas de otoño. Él me hace fuerte e invencible si suyo es el brazo que rodea mi cuerpo, del cual depende mi estructura y con él nada me asusta ni me araña, nada me hiere o me derrite la mirada.

La arquitectura del cielo y los astros; una verdad es que sin ti el mundo está vacío, que el vacío que impera de mis labios para adentro es inmenso y entre toda mi elocuencia me he quedado sin palabras que completen lo que pienso antes de romperme como el folio, antes de caer como la ceniza por el pecho, antes de secar mis ojos rotos y pronunciar la última palabra, esa, que nunca olvido pero que ahora no recuerdo.

Ahora que soy débil me doy cuenta de lo fuerte que me haces cuando estas conmigo, que me haces ser un gigante entre las nubes cuando en realidad soy tan pequeña que me asustan las alturas de los sueños.

Nunca escribí aquí algo tan directo a un amor, porque todos aquellos que no han sido tú han sido pasajeros, ni amores ni odios. Pasajeros de un tren que nunca llevó su nombre. Porque tú no eres de esos, porque tú no serás de esos, porque tú eres diferente, porque yo a ti si te quiero.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Soliloquio

El fino hilo que sostiene mi peso se rompe, tira con violencia de mis pupilas cerrando por completo las dos únicas ventanas de mi cuerpo, rompiendo los cristales de este templo en ruinas, tanto... que siento cómo me corto por dentro con esta oscuridad y silencio que ha dejado, este vacío trágico entre mil almas saltando a mi alrededor, cadáveres amantes de los latidos rápidos, presas las drogas, enamorados de los colores de las botellas y sus licores... de los ruidos y los destellos que nos ciegan...

Yo te vi antes de mirarte y me perdí en tu halo de pureza, en ese brillo acogedor entre tanta malicia y amargura y entre cientos de cuerpos sin vida que se mueven y traicionan estaba él, como una gota de tinta en el agua, como cuando levanto la mirada y entre tantos edificios consigo ver el cielo, un pequeño trozo del cielo, una pequeña parte de algo tan inmenso...

Me di a elegir y lo último que quise sentir fue el dolor, lejos de la somnolencia de los fármacos y el vértigo de terrazas y áticos; un dolor que acaricie el corazón, que derrame el corazón por el suelo o que vacíe de presión esta cárcel de huesos y piel.

Porque en este estado depresivo, escribir es tan constructivo como dañino es pensar en la inutilidad de esta existencia, la angustia vital, la decepción absoluta mirando en sus ojos... mirando en mis ojos, y sin ver resquicios de ilusión o felicidad, sólo veo tormenta y oscuridad. Sólo veo dolor y daño gratuito e inútil, sintiéndome día a día más frágil, más vulnerable a lo tóxico de un beso, al veneno de las manos que se clavan en tu espalda cuando uno de esos muertos te abraza y te hace sentir como si le importaras.

A veces me siento tan incapaz de caer como incapaz de continuar. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Ojos de tormenta

Fumando sentada en la ventana de una buhardilla en París. Es invierno o hace frío, tampoco importa demasiado pero sé que corre aire mientras lanzo los pedazos de tus cartas ardiendo desde aquí, y ya sólo eres más humo negro en este aire blanco y asumes que yo sigo impregnando las cortinas de otros con un aroma a vainilla que enamora.

Bañeras de vino y rosas. Dulzor como el de tu sangre en la cabeza de esos golpes de los que me hablabas que te hacían sentir vivo - si me duele es que aún siento - y si sientes puedes quererme, o al menos fingirlo lo suficientemente bien mientras yo mezclo pastillas para soñar en todas las copas o mientras miro las botellas de colores rodar por el suelo de la habitación.

Puedo ver los destellos de las luces de neón reflejados en tu pupila. Puedes ver la sangre seca en las grietas de mis labios cuando miras mi sonrisa.

Un corazón hecho de hueso, huesos hechos de marfil y una piel de cera blanca para unos labios de rojo sangre, de sangre que quema en las venas como el fuego.

Bebiendo sentada en el borde de una azotea en Madrid. Es verano o el viento quema, no sé, tampoco importa demasiado mientras dejo caer de mi mano pétalos de rosas arrancados. Mis pulseras con sus tallos; mis pulseras son de espinas y tu agarras mis muñecas con tanta fuerza que no se distingue tu sangre de la mía.

Bañeras de vodka blanco y mariposas muertas flotando. Libros incendiados. Bukowski hablando de amor. La ceniza movida por el viento. Pasos descalzos sobre el hielo. Yo...  todo el desorden y la ruina existente, todo el dolor y el odio en un tarro de cristal a rebosar pero aún vacío.

Todas las esperanzas se hunden en el fondo de una fuente.

martes, 12 de agosto de 2014

Tinta blanca

Desearía ser pálida, blanca como un lienzo, dejar que me dibujes y colorees, que pintes en mí tu universo, dejar que tus dedos fluyan con pintura por mi cuerpo, desdibujar está sonrisa volteada que hace meses se apoderó de mi rostro, que desdibujes el dolor y la amargura, que redondees mis filos, mis salientes, mis picos, hacerme línea curva e infinita en una trayectoria única, que seas artista de esta obra en ruinas que es mi cuerpo, que estoy agrietada por fuera y derrumbada por dentro.

Pero él no lo comprende, sólo lee y lo intenta, pero otro que no es él sé que lo hace, sé que lo haces, que has sentido el frío en los paisajes, que has tocado las paredes tras la lluvia, que has escalado hasta azoteas mientras nieva... que sostienes el corazón en una cuerda frágil, un hilo blanco que baila con tus manos.

Me has mirado y yo te visto; tú me has visto y te miraba mientras tanto, porque nada es lo mismo cuando somos tan distintos y entre cien rostros amargos he encontrado tu sonrisa, y esa dulce mirada que brilla incluso bajo el agua de unos ojos que sin duda no soportan la distancia...

Desearía ser soporte de tu arte pero a veces creo que sólo soy palabras en el aire.

sábado, 9 de agosto de 2014

Bosque de ladrillos

Desde aquí veo Madrid, está dormida o soñando y ella como yo tira las llaves y se deja caer en la habitación con el gesto de tristeza usual, una caricia en mi antebrazo y parecías capaz de mover la sangre por mi cuerpo sólo con tus dedos. Nunca miraste unos ojos tan oscuros, unas pupilas en ruinas que no abren sus caminos y unos labios destruidos a base de gritos.

Un escalofrío, un temblor, una sensación de ahogo sin oxígeno a la vista por un químico capaz de concentrar mis recuerdos en una pastilla y botellas vacías quedan rotas en el suelo, sangre en la camisa, sangre en mi sonrisa y sangre en la cornisa de este octavo sin vistas nítidas; corre desde mi muñeca, y caminando por el alfeizar cae gota a gota. No veo el final de la calle pero si el final de la ciudad, cuelgan mis piernas y no dejo de lanzar papeles en llamas desde esta ventana.  

Miro hacia atrás, cojo impulso; esto es un ciclo antes de acabar conmigo misma. Me dejo llevar. Me dejo atraer por ti y ese humo denso que baila con nosotros, por el ruido y el color, la luz tenue y el destello.

Nadie puede más que tú, atravesar mi cuerpo con una flecha, y hacerme acariciar mi muñeca con el filo de esas tijeras negras; sonrío. No necesito caer ni desangrar mi cuerpo. No necesito drogar mi mente o intoxicar mi boca. 

Si tú poco a poco me vas matando y aunque preferiría morir en tus manos que saltar al vacío - pero no será así.

lunes, 28 de julio de 2014

Hielo rojo

Y nadie habló de mi porque a nadie le interesaba saber si estaba muerta o inconsciente, por los suelo de un lugar desconocido, despertar medio vestida y reconocer la luz del día colándose entre las ventanas, entre todos aquellos cadáveres durmientes se movía el humo de los engranajes de una felicidad tenue y tóxica que aun no había desaparecido y los vasos no llegaban a estar vacíos, imponentes los cristales esparcidos por el suelo, no sé si es cristal de espejos, de botellas, si son hielos, si son sombras... no me importa.

Yo camino inalcanzable con las botas en la mano y la chaqueta descolgándose del hombro, con los ojos irritados, con los labios descosidos y una sonrisa en el bolso, que no encuentro o no recuerdo si el que llevo es el mio. No me importa. Porque ya nada te importa, porque hago equilibrios en el borde del andén en este invierno frío y yo bailando en manga corta, entra diciembre vestido de plata blanca, de nieve, de diamantes derretidos, entra diciembre en forma de polvos y sale enero empapado con las lágrimas.

No sé a dónde me llevó el camino, porque nunca fui yo quién conducía, yo me dejé llevar por él y por otros mil igual y acabé aquí viendo como amanece, contemplando apoyada en tu hombro como cambian los dibujos y las luces, porque ni las estrellas ni la ciudad tienen siempre la misma forma, el mismo brillo intenso, ese que veo reflejado en tus gafas de espejo y me enamoro un poco más de ti, sintiendo el filo de nuevo, el borde, siendo una vez más el horizonte de quién nos mira al horizonte.

viernes, 4 de julio de 2014

Celda de algodón

Comenzó siendo un verano nublado y ella llenó un poco más el mundo de ese color gris con el humo de sus cigarros, sentada en la cornisa de la ventana, dándole la espalda a la ciudad, sonrío y río cada vez más, carcajada tras carcajada, calada tras calada, enciendes los globos terráqueos con luces de neón y la habitación reluce como el final de la sala donde bailas cada jueves al anochecer, estelas de colores y el humo, ensordecedor ambiente, con un millón de cadáveres saltando y yo bailando lento...

Las escaleras de la única salida de emergencia del mundo, luces blancas cada nueve peldaños, "no sé a dónde lleva esto", pero sabes que me encantaría averiguarlo; él me mira con miedo por si vuelvo a salir corriendo y lanza sus armas al suelo. El cuero negro de su chaqueta y mis tacones de charol cayeron sobre la misma baldosa, de aquello sólo quedan las sombras en las paredes y los reflejos en los marcos de los cuadros.

Huí una vez más en un desesperado intento de alcanzar el sol en la luna de mi coche.

Pero nunca es suficiente. La velocidad; el viento sólo mueve el cabello y acabo tumbada entre diamantes y pétalos de rosas, moradas y rojas. Papiroflexia con las sábanas.

Usando arena blanca para asfaltar mi camino; yo, descalza entre cristales, conozco el sabor de tus besos y cómo duelen tus heridas. Conozco el efecto de tener tus cuerdas en mi cuello y la diferencia entre que me veas y estar en todos tus puntos de mira.

jueves, 3 de julio de 2014

Niebla

Caminaba por la calle y vio mis pálidos antebrazos extendidos, apoyando los codos en la ventana, gotas de lluvia bailan rotas en mis dedos mientras dejo caer el aire de entre mis manos como un millón de pedazos de papel rajados y vuelan abrazados por el viento. Cierro mis ojos pintados, colores de tiza, polvo, que este vendaval se llevará consigo y sonrío una vez más.

Los veranos entre cruces de calles largas, infinitas las estelas de los coches que exhiben su velocidad ante nosotros, seres estáticos, con un par de tacones negros en la mano; veranos que revives en blanco y negro, sólo el rojo de los labios, de las uñas, de los semáforos... da color al flashback mientras las pocas pastillas que te quedan se deslizan por tu mano. Gotas de tinta azul en este vaso de agua cristalina, lágrimas de colores atraviesan tu cara mientras te ríes de nosotras y te dejas caer hacia atrás.

El amor te sienta bien; mírate, reflejada en este espejo, sonriendo con un brillo poco común en tus ojos y con ganas de arrancar las madrugadas a tus cielos sin luna blanca.

Los diamantes se convierten en nieve; caminar con pies de plomo sobre nubes; rozar los labios con los labios, con tus labios, con sus labios y mis labios acabarán desangrados, hablando a cerca de morir en las bañeras de los baños, a cerca del color de los golpes en las manos, a cerca del dolor que a veces causan esos seres extraños a los que, a veces, amamos.

lunes, 23 de junio de 2014

Labios pálidos

El pelo recogido, los párpados de mis ojos negros, pintura que se disuelve en la rabia del momento, ocultos tras la opacidad de unas gafas de sol y el único color que hay en mi cuerpo son mis labios rojos. Un vestido negro cubre este cuerpo tan pálido, y unos tacones con el brillo del charol elevan mi alma que sin duda sólo desea caer abatida sobre esta tierra mojada; mojada porque hoy llueve como nunca ha llovido y las gotas se fragmentan en contacto con la madera, esa madera que deslumbra barnizada, avanza con un paso lento. Todos estamos juntos pero, incapaces de mirarnos ni cruzar una palabra, tiemblan nuestros labios y llueven nuestros ojos.

Una tormenta que ha oscurecido las manos que sostienen ramos de rosas blancas, yo sólo sostengo una rosa roja y estoy clavando sus espinas en mi piel, sin contener el dolor tantos a mi alrededor se derrumban, caen como tú lo hiciste y siento como que nadie es capaz de distinguirme entre tanta lluvia, una lluvia torrencial, una lluvia que arrastra el tiempo, el dolor y las lágrimas.

Y camino tras el féretro, paso a paso, soy capaz de tocar el sufrimiento, me golpea el dolor de vuestros corazones y los gritos desalmados de tristeza arañan mis oídos.

Entonces sumergen el féretro esas cuatro cuerdas blancas en el final de una tumba abierta como un pozo, como si lanzasen sus mejores deseos de esperanza y armonía en forma de más de cien rosas blancas que caen sobre el ataúd. Yo sigo aferrada a mi rosa roja, desangrándome las manos pero sigo caminando, acariciando sus rostros, paso a paso, mirando en sus ojos aunque ellos no me vean, aunque ellos no me vean si me miran y lloran...

Lloran por mi, porque paso a paso voy desvaneciendo mis piernas y mis manos dentro del ataúd bajo esta lluvia de agua, lágrimas y rosas, bajo vuestra atenta mirada, bajo aquellas famosas palabras "el señor es mi pastor, nada me falta.."

jueves, 12 de junio de 2014

Preciosa cuando lloras

Lancé los dados al agua y vi cómo se hundían hasta el fondo del mar mientras una corriente de agua fría hacia mi pelo bailar... tú, tan preocupado por el futuro me confundiste con una gota de agua más, porque viste como me fragmentaba al entrar en contacto con el suelo, huyendo de la estabilidad vertical me desvanecí para formar parte del horizonte de quien mirase en aquel momento mi cuerpo caer.

Al tercer asalto me desplomé; postrada sobre aquel inmenso manto de nieve blanca, mi rostro se desangra, mis ojos no responden a los destellos de sol que escapan de entre las nubes... me siento incapaz de moverme y levantar mi cuerpo de nuevo, no puedo sostener mis palabras ni un segundo más para seguir luchando contra ti.

Un cuerpo frío y pálido a la deriva, vestida de tormenta y con los ojos encharcados en ideas de violencia, de daño permanente, un dolor constante e insufrible que atraviesa mi pecho. Tú no sabes cómo me siento. Sólo eres capaz de mirar cómo caen gotas de sangre por mis dedos, precipitándose desde mis uñas hacia el suelo... escapé por la ventana, escapé de los discursos aburridos, de los espejos que estallan con tus gritos y he acabado disolviéndome en el final de tus recuerdos.

A veces todo se resume en pocas letras, a veces todo se resume en paz y otras veces se resume en miedo.


jueves, 5 de junio de 2014

Backwards

Hoy el cielo se ha oscurecido, repleto de nubes de tormenta que traían un viento que ha desordenado la ciudad, he abierto las ventanas de par en par. Hoy, no hay terrazas ni azoteas, no hay poesías bonitas ni palabras feas, no hay ojos pintados pero si emborronados, no hay uñas perfectas, arrancadas por los nervios, me han sangrado hasta los labios... finalmente, se han desbordado mis dos ríos negros... hoy, he abierto las ventanas de par en par y me he quedado ahí, apoyada, contemplativa, inmóvil, sintiéndome inútil e inerte, viendo como el cielo se cerraba como un gran telón, dejando que el aire moviese mi pelo mientras el sol desaparecía en tenues destellos casi traslúcidos; cerré los ojos, tomé aire inclinando mi cabeza hacia atrás y al volver a alzar la vista apoyé mi cuerpo en esa fina base, en la cornisa, en la cornisa del piso 23.

Aún puedo ver las pastillas que lancé por la ventana aquella noche, esparcidas por la acera, mientras un río de whisky o ron bailaba calle abajo. Aquella inolvidable noche en la que gritamos tanto que la afonía se apoderó de nuestras ideas... te hablé de aquellos cadáveres quienes permanecen golpeando mis fronteras, intentando acceder a mis ruinas, oscurecen más y más el gélido ambiente que hay de mis clavículas para abajo, una niebla o un humo denso y blanco, como el humo de un cigarro que no puedo exhalar...

Ahogándome.

Cayéndome mientras sube la marea de mi bañera, desangrando las heridas, anestesiando este dolor con química que cierra y abre mis pupilas...

Sonrío mientras me sumerjo y aunque tú no estás aquí sigo teniendo tus manos en mi cuello.

viernes, 30 de mayo de 2014

Alas de pétalos arden en su espalda

No queda licor, en el final de la botella sólo hay un vacío que no llena mi vacío y mientras tanto lleno ese hueco con el humo del cigarro cuando lo exhalo y veo cómo en un instante rebosa de humo blanco, vidrios de colores, vidrieras en las ventanas y acaba de salir el sol a dar un paseo antes de que anochezca con esos tonos anaranjados y rojos vivos que me matan los labios. Suena la misma canción lenta en el tocadiscos, nadie más escucha mis gritos mudos, con los ojos inundados miro cómo brillan las joyas esparcidas por el cielo, desordeno mis ideas y me dirijo a pasos lentos hacia la salida, arrastrando mis finos y altos tacones negros, acariciando la falda de mi vestido de terciopelo...

Los zapatos en la mano, calle abajo, los coches a gran velocidad son estelas de luces rojas y blancas que empujan la velocidad hacia mi, salgo de este laberinto de jaulas de ladrillos, abandono el frío y húmedo asfalto para pisar fina y suave arena de playa, dejo caer los tacones en la arena, arranco todas mis joyas, las dejo caer, me deshago de las cadenas que atrapan mi esqueleto y corriendo salto desde este acantilado vestida con mi camisón blanco, distingo la caída como un desvanecimiento lento mientras suena aquella canción una y otra vez, siento cómo la gravedad me abraza, escucho cómo las olas engullen las rocas, golpean entre ellas, bruma y espuma blancas me atrapan.

Días después de desaparecer de tus medios de comunicación encuentras mi cuerpo sobre la cama, oculta bajo el humo del cigarro, como una manta cubre mi cuerpo, como una nube de tormenta cubre un horizonte sereno en el que se distingue el sol tenue y triste, como una ostra plateada.

No queda licor en las botellas.

domingo, 25 de mayo de 2014

L'amour nous affaiblit - Te quiero

"Subía al tren con él. Me abrazó y mientras me hablaba de "nosotros" veía como Madrid se alejaba atardeciendo sumergida en ese humo blanco que cubre la ciudad, ese humo blanco al que todos llaman nubes."

Los últimos recuerdos que guardo después de aquello son casi invisibles, ocultos tras la opacidad de la inutilidad y el desinterés. Tarde o temprano acabaría mirándome las uñas rojas tumbada en su diván, fumando un cigarro largo y con la mirada de "tú no me conoces y nunca lo harás", el aburrimiento absoluto; cruzo mis piernas y clavo en el cuero la aguja de mi tacón, me prestas el encendedor y comienza a oler a gasolina, me oculto tras la primera nube de humo blanco y lo primero que ves brillar es el fondo de mis ojos, cuando me preguntas qué hago aquí contigo y no te contesto porque no sé qué decirte... 

Contemplativa, estática y sonriente. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé contigo, con este momento, con algo distinto a caer por el mismo precipicio; es esta música de fondo con la aguja rayando el disco en la misma parte de la misma canción, una y otra vez. Tú nunca me rechazas. Tú siempre bailas conmigo. ¿Por qué hoy no lo haces?, ¿por qué no me recuerdas como yo a ti te recuerdo?...

Una lágrima atraviesa mi rostro hasta la comisura de mis labios, te miro con los ojos irritados, inmersos en lágrimas, me escondo tras un mechón de pelo, sonrío y enciendo mi tercer cigarro, por lo que a mi respecta estoy navegando en el fondo de tu vaso y tú no haces más que intentar rebosarlo.

Encuentro tus manos como hielos. Tus abrazos arañando mis costillas. Sabes que mañana no estaré contigo. He salido de esta sala como entré, igual de callada y con las mismas esperanzas, me giro a mitad del pasillo esperando verte antes de cerrar la puerta y así es, ahí estás y no sé cómo lo haces pero te fijas en el suelo enmoquetado y distingues un reguero de sangre que termina en mi brazo.

Enciendo mi último cigarro, antes de caer al suelo, mirando tu cara de asombro y preocupación, no tengo fuerzas para decirte lo mucho que te quiero y caigo sin más.

Creo que después de aquello no supiste cómo actuar, jamás habías visto en mí tanta debilidad, quizá por eso nunca desperté o quizá fue por eso que desperté en un hospital...

viernes, 16 de mayo de 2014

Danza de acuarelas

"Sometimes I think I was born backwards... you know, come out of my mum the wrong way. I hear words go past me backwards. The people I should love, I hate, and the people I hate..."

Explica como me siento y "West Coast" está sonando de fondo mientras te escribo viendo cómo se derriten los hielos. He dejado mis huellas en las ventanas de los autobuses que pasan por cada uno de los lugares a los que me llevabas y dejé las marcas de carmín en cada uno de los cigarros que tú besabas... pero no he vuelto a ver un día que no sea gris, cruzando las pasarelas sin barandilla de la autopista, haciendo equilibrios sobre el tráfico en una soga de ahorcado...


El humo de las bengalas de colores, el alcohol, la droga y los cigarros de sabores perfuman mi pelo mientras siento el viento subida en la parte de atrás, soltándome de manos, gritándote "te quiero"...

Hablando del futuro, hablando del pasado... te escucho, o eso finjo, mientras quemo grullas de papel que dejo flotando en charcos.

Acabé huyendo de todo eso, acabé con mi vestido blanco, con mis tacones en la mano, bailando bajo este diluvio universal, mirando al cielo con los ojos cerrados, mientras cada una de las gotas de la lluvia mojaban mis párpados pintados... y fluye el color negro por mi rostro, en forma de ríos tristes, y se apaga el brillo de mis ojos, a modo de días grises...



domingo, 11 de mayo de 2014

Náufragos en charcos

Sus piernas pálidas y delgadas se movían descoordinadas a cada paso calle abajo y en su cabeza sonaba una y otra vez la misma canción, casi no podía escuchar sus propios pensamientos, ni podía, ni quería, ni debía hacerlo; sus ideas estaban envueltas en humo de colores y destellos de una bola de cristales que refleja toda luz que entra por la ventana entreabierta. No pararás de plantearte el porqué de todo, nunca lo harás. Y mira su reflejo en el espejo del salón, los efectos del llanto en el rimmel de sus ojos, sonríe vagamente y piensa: porqué en cuestión de segundos te destrozan todas tus barreras de contención y te derriban por completo... desconocidos de mierda, personas que no tienen nada que ver contigo, vienen como un huracán arrasando la poca vida que queda en tus huesos, como una cuchilla abriendo canales en tus labios... y es cuando te ves sentada en el bordillo de la acera, cigarro entre los dedos y una botella a medio acabar a tu lado, las medias rotas y el pinta-uñas desgastado y ves como la caja que guarda todos tus recuerdos se quema flotando sobre un charco...

No deseas acabar así, nadie desea acabar nunca, de ninguna forma, nadie desea su propio final... pero llega, y ha llegado tumbada en la cama con una fila interminable de pastillas para dormir sobre la mesilla y zumo de uva derramado por el suelo. Y en algo mientes, porque odio el zumo de uva, odio los jueves, odio el sonido del teléfono una y otra vez a mi lado, esperando que conteste y acabo por salir corriendo.
Subo a la azotea, a sentarme en el borde del edificio y a ver como despierta Diciembre, otro día más en esta asquerosa ciudad.

Pero tranquilo, esta vez no pienso saltar.

sábado, 10 de mayo de 2014

Se va el poético invierno.

Mis gritos, envasados al vacío, reventaron al fin. En un silencio desolador bajo tu atenta mirada; hablo con tu sombra hoy, sólo miro al suelo y únicamente encuentro pasos de turistas que han perdido el norte, turistas en mi camino, se cruzan conmigo, golpean mis hombros y pronuncian mi nombre, pero acabaran volviendo a sus orígenes o encontrando sus destinos mientras yo, mirando hacia mis propios pasos sólo camino, y camino en espiral o extiendo mis brazos en cruz y comienzo a rotar sobre ese eje imaginario que mece mis sueños y que mueve mis ideas, en el último piso, de la última azotea el borde más precipitado a ese vacío que se llena con el agua de la lluvia... y yo bailando y sonriendo con los ojos entreabiertos y las uñas arañándome los labios.

Tristemente empezábamos los días, desolados por la tragedia, con la piel de rostro agrietada y los ojos vidriosos, esa situación inmersa en un vaso de lágrimas o en una bañera mientras ella se pregunta si cortar o no sus venas y teñir de rojo el agua... y lo decide. Acariciarse con cuchillas arrancadas, esa fina linea que delimita su muñeca es una pulsera más que la recuerda quién es y todo lo que ha pasado. Entonces mira como la sangre va brotando, goteando y cayendo; y siente paz consigo misma, una paz incomprensible para quién no sea ella, siente como fluyen sus ideas, esas, que permanecían estancadas. Se sumerge en su bañera sin fondo, sale el poco aire que la queda dentro por su nariz como cinco o seis burbujas y allí está, cayendo sin cesar con ella misma hasta que toca el fondo, con sus pies y se posa y permanece estática mirando a su alrededor. Está en la arena de un fondo marino. El sol destella tras el techo de agua. El miedo y la oscuridad se apoderan de ella. La tormenta se acerca y un brazo la rescata agarrando su muñeca, pero ella no se despierta, como ya te dije antes, el miedo y la oscuridad se apoderan de ella.

sábado, 15 de marzo de 2014

Ojos de porcelana

Fue aquel día y no otro, el octavo día en la hora vacía, esa, que no marca el reloj.

Y sintiéndome como yo me siento siempre, sola y con las piernas cruzadas a un extremo del sofá, contemplo los destellos de colores que escapan entre sus dedos, movimientos lentos y esa música de fondo, la que me hace sonreír, en parte, y pensar que por un momento estoy lejos de los ruidos exteriores, somos mis huesos y veinte almas más que desconocen mi desorden, y sigo sentada, y siguen en pie, bailando, bebiendo, riendo... viviendo al fin y al cabo.

Atravieso el humo como un espectro iluminado por un arcoiris de destellos, arrastrando el tacón de mis zapatos, con los ojos entrellenos, con los labios entrecortados y salgo a esa calle vacía, de madrugada, pero cuando quiero darme cuenta ya no estoy allí; ahora estoy frente a tu puerta, sonriendo como una idiota y pasando entre mis dedos los mechones de mi pelo suelto.

Pero nunca apareciste, o quizá me cansé demasiado pronto de esperarte.

Entonces veo jaulas blancas colgando de los árboles y mil cuervos escapan de ellas.
Alas negras que han nacido de mi espalda. Respiro, desde aquí se ve el sol ocultándose tras los edificios más altos de esta gran ciudad, de sus cuatro torres, su palacio blanco... incluso puedo ver la luna y las estrellas, las mentiras que se lanzan como globos hacia el aire, se siente con la brisa de la tarde la agonía de quién como yo, se encuentre en el borde del tejado, la azotea, la ventana o el balcón, ante la expectante mirada de la ignorancia, porque tú, al igual que yo, estás ahí, haciendo equilibrismos con la muerte pero nadie se da cuenta, tampoco es lo que buscas, no es eso lo que deseas, sólo quieres soltarte las manos como en tu infancia, sentirte grande y capaz de todo, perder el equilibrio y ver esas alas negras, que de negras ya son blancas.

Sucumbimos al vértigo, la altura y sus encantos, ¿no?; sí, debe de ser eso.

Sucumbimos como siempre, como a todo, y nos encontramos con la nada como suelo, con el cielo como techo, con el aire como alfombra sobre la que desvanecemos el peso de los huesos que nos forman. 

Allí nos encontramos, vestidos de seda blanca, descalzos, con los labios morados, porque no hemos muerto del impacto, no, hemos muerto del frío de la soledad y su sombra.

Es una pena, ¿verdad?, es una pena pero es verdad, la sociedad hace al artista.

domingo, 9 de marzo de 2014

Abrid esta tumba, al fondo, se ve el mar

Caminaba descalza por la hierba, esa que se acaricia y no se fuma, esa, sobre la que te tumbas a mirar las nubes y a contar estrellas, a buscar en ellas la forma de corazones atravesados por los rayos... sus estruendos y las gotas de lluvia están viniendo hacia aquí, es que esta noche hay tormenta ¿sabes? y estoy subiendo los peldaños de dos en dos, maquillada para ti, los tacones en la mano y ese vestido que nunca has visto ni desvestido pero que sé que te gusta tanto. Y te encuentro, mirando Madrid desde lo alto, sentado en el alfeizar de la azotea al otro lado de esas grandes letras de neón que escriben "Desilusión", y es que tú y yo estamos en el mismo barco sin capitán, sin velas, rumbo ni mar... y tiro de tu camisa hacia atrás y coloco en tu lugar un proyector frente al muro medianero del edificio de enfrente, reflejando por toda la calle esos fragmentos de vídeos e imágenes de días de sol, el agua del mar, el viento y mi pelo, la luz y tus ojos... y parece que ese momento jamás iba a pasar, damos sol a esta lluvia. Prométeme que bailarás conmigo.

Prométeme que no tendrás que prometerme nunca nada, porque no exista ni ayer, ni mañana. Ahora. Es ahora, son los dibujos de los bonitos marcos que sostienen tus espejos, los techos altos y la ingravidez de mi cuerpo. Llevo llevando demasiados segundos deseando ser una sombra en tu pared, ser, la sombra en la oscuridad y el rostro que venga a tus preciosos ojos cuando se cierren para suspirar y escapar de la rutinaria imagen que presenta el escenario semanal de cada día.

Eres el hombre de hojalata desesperado por regalar una preciosa flor a esa muñeca de cristal que nunca sale de su caja musical, y yo solo puedo girar sobre el mismo eje con una sonrisa inerte y cansada de la misma canción de siempre. Quizá por eso deseo llegar al borde de esta fría plataforma, huyendo de soldados de plomo que sólo quieren disparar y caer de espaldas, colisionar con el fondo de mis deseos y soñar siendo fragmentos dispersos por el suelo...

Abrid esta tuba, al fondo, se ve el mar

sábado, 8 de marzo de 2014

Sostengo el agua de la lluvia

El mundo es este lugar horrible, en el que estrello vasos de agua azul contra la puerta cuando cierras y me gritas, y te grito, y me gritas, y te grito... y te grito, que no vuelvas. Pero vuelves. Y yo vuelvo a caer en la mismas redes sostenidas cada vez por unos brazos diferentes. Y no salgo de este bucle, esta vorágine de humo denso de colores intensos que baja por la escalera de caracol, por la que yo subo descalza desde el salón a un mirador de faro, esa noche, en la que todas las estrellas precipitaron sobre el mar y ardió como si fuese el fondo de un bidón de gasolina cuando cae la ceniza de un cigarro. Y descalza en equilibro con la barandilla de aquella terraza y la luz girando una y otra vez tras de mi; sentía el frío de la noche y el calor del vértigo y ese deseo de volar cada vez más intenso, cada vez, más exacto y menos precipitado, menos ilógico, más seguro... y me dejé caer, esta vez sin red.

Escucho:"Sweet dreams are made of this" - y mis pupilas se contraen y se dilatan y veo en las grietas de tus labios realidades acomplejadas que lloran por dormir en el fondo de tu garganta como palabras que no pronuncias y que te guardas y te persiguen, como a mi las mías, cada noche que intentas conciliar el sueño y vienen a tus ojos cerrados imágenes lúcidas, destellos irracionales, surrealismo de Dalí aterrador, haciendo daño, contrayendo el corazón y paralizando tu rostro. Y de pronto sientes como la sangre de tus venas llega a tu mano y escapa por la punta de tus dedos, y el sonido de las gotas golpeando con el suelo cada segundo, cada minuto. Te despierta ese grito en los oídos. Me despierta el grito de mi mente en los odios.
Y no puedo escucharme.

Vete, y si dices que no volverás jamás - Que sea cierto el jamás

jueves, 20 de febrero de 2014

El color de las cuerdas de un violín

Quería subir el volumen mucho, mucho más, rompiendo las barreras, la de la falsa y asquerosa inocencia, la de irme de allí sonriendo, la del sonido de mis tacones bajando las escaleras.

Quería hielo y velas, alcohol y agua, quería humo para respirar intenso, para entrar en armonía con el cielo de su techo y confundirnos con las sombras en su pared, quería derretir en tiempo en contacto con mis labios y destellos de oscuridad en este resplandor efímero...

Quería demasiadas cosas y entre ellas no estaba yo, y yo sólo le quería a él. Y eso fue el gran imposible.

Defraudados, con los ojos llenos de alfileres, así nos miramos, llenos de un vacío horrible que nos hiere con el eco de nuestras ideas, siento el grito de tus gritos cuando entran por mi oído, y se cuelan en mi pecho, y me arañas las costillas desde dentro acariciando con tus delicadas y pálidas manos mi corazón defectuoso.
Te miro y veo un ángel envuelto en llamas de colores cósmicos. Te miro y me miro y veo esa abismal diferencia, esta, mi abismal indiferencia, la que siento por la humanidad, por dar un paso más allá de la puerta de mi celda porque aquí no soy feliz pero dejé de llorar cuando aprendí que el cielo es demasiado grande para unas pupilas tan pequeñas y que no son ni los brazos ni los abrazos, ni las palabras ni los labios... que nada importa tanto pero todo rasga demasiado este vestido de sonrisas que nos cubre cada Lunes, cada Martes, cada Miércoles... cada día, cada trascurrir de los mismos sucesos, de las mismas bocas pronunciando los mismos discursos. Pero no puedo quejarme. Ni decir que no encuentro belleza alguna en mis semanas. No puedo. No, no debo, porque debo agradecer ser un títere, una marioneta y mis cuerdas son mis venas y mi corazón, aquí, manejándome los hilos; un corazón sostenido por la mano de una sociedad cruel que maneja mis deseos y pasiones, y las tuyas y las de él... un corazón sostenido por una mano que a cada segundo que pasa separa un poco más los dedos.

Quién no sabe que algún día caerá al olvido desde lo más profundo de sus recuerdos, ¿no?


miércoles, 19 de febrero de 2014

Aún cubres mis ojos con pétalos.

Dejarás que tu mano camine sola, repasando cada punto de este encaje que me cubre las piernas, dejarás que la realidad y la ficción se fundan en veinte nubes rosas cubriendo el cielo dorado, dejarás... dejarás tantas cosas.

Escapé y hasta hoy no he sabido explicarme, no he sabido excusarme y con sinceridad te digo que tampoco he querido hacerlo, porque ni perdí ni gané, simplemente eché a correr calle abajo, tan de noche, con las botas desabrochadas, tan de noche, con las pupilas tan encharcadas que me brillaban los ojos como dos lunas blancas, simétricas y estáticas, fijando la mirada en lo que veía mi mente, y sin ver ni ser consciente de la realidad que atravesaba; con el vestido puesto, con los tacones en el bolso, corro calle abajo deseando llegar al horizonte, a dónde el mundo termina y empieza el final, llegar a la nada donde nada importa.

Entonces un destello me despertó de mi inconsciencia y me detuve quedando a escasos centímetros del parachoques frontal, vi su rostro entre la respiración acelerada y con el corazón en la garganta, vi su rostro y caí de rodillas al asfalto. Nadie vino a socorrerme, nadie recordaría haberme visto; se acerco y tendió su mano mientras me deslumbraban los faros de xenón, le sonreí y no lo podía creer, era un ángel tan real, sus enormes alas blancas, ser alado, que me rescata de esta tormenta que extiende su brazo y me acaricia el corazón, era él, era su inconfundible voz y su inconfundible belleza la que mis ojos incrédulos observaban, y al borde de la histeria, entre la admiración y el miedo lance mi cuerpo, sin sentirlo a penas, a sus brazos, entonces desapareció y cien gritos retumbaron en mi cabeza, cerré los ojos.

Cerré los ojos. Mi cuerpo levitando sobre una cama de terciopelo se sostenía sin gravedad, me sentí como la proyección de un sueño, las ventanas se abrieron de golpe y entró el invierno, el viento, los gritos, el frío, el frío del asfalto, el frío de ese suelo sobre el que yacía mi cuerpo y vi a un verdadero desconocido ante mi preocupado, con el rostro desencajado, entonces extendí mi brazo pero mi mano nunca entró en contacto con su cuerpo, levante mi alma del suelo y me alejé caminando lento, dejando atrás aquellos rostros de desconcierto y mi cuerpo desangrándose en el suelo de esa calle sin final, con los dos ojos abiertos y clavados en el cielo.

Al fin llegué al horizonte. Ese mágico lugar. Indescriptible. Me enamoré de él, como nunca antes me había enamorado de nada, ni de nadie.

martes, 18 de febrero de 2014

Pestañas de terciopelo

Encendí de nuevo las velas rojas apoyadas en el poco espacio que queda entre la bañera y la pared, los pétalos marchitos de las rosas que no sé quién me regaló están flotando, como yo, que estoy flotando como ellos, no sé si sobre ellos, no sé si voy a la deriva sobre un pétalo o si voy a ahogarme en cualquier momento. A veces siento que todo esto me supera, te lo juro. No es que tú me hagas daño, es que tú me dueles. Y cuántos cometerán el error de creer ser "tú" en mis textos, y errarán como erré yo al creer ser "ella" en tus palabras...

Entonces el viento volvió a recorrer mi cuerpo, volvió a apagar las velas y me dejó, a oscuras bajo metros y metros de agua aunque mis dedos están fuera porque he despertado en mitad del mar con los pies en la profundidad e intentando bajar aquí cada una de las estrellas que brillan y se funden en el cielo... estiro mis brazos un poco más, pero no te alcanzo, sólo siento como te alejas.

Encendí las velas casi consumidas, sumergí mi cabeza hasta golpearla con el fondo de la bañera, y pensé "qué mejor final que un principio que de por si comenzó siendo un final". 

Y vino a mis ojos ese Quizá cuando estés más lejos que nunca comprendas que nadie tenía la culpa. Pero bajo este agua tan salada ya no puedo llorar más.

domingo, 16 de febrero de 2014

La huella de mi mano al otro lado del cristal.

Veo mi sombra en la pared del pasillo, el reflejo de las luces en el cristal de la ventana, el viento azotando las ramas de los árboles que golpean el edificio, me dejo caer al suelo, apoyada en la pared, un suspiro que sale desde lo más profundo de mi cuerpo y me siento, en el suelo, y me siento como lo que soy, un peso muerto, un peso pluma, un conjunto de huesos colocados pero con un interior desordenado y mientras el mundo avanza aquí estoy yo, reposando la ira y el cansancio contra esa blanca pared, sobre este frío suelo; y dónde estés tú, dónde esté cualquiera de los muchos que aun con nombre son cualquiera, me trae sin cuidado, no me importa en absoluto.

Y mientras lloro un poco más dibujo nubes de tormenta con los dedos en el mármol, y me siento más pequeña y grito, grito pero sin sonido, con el rostro desencajado un chillido, un estruendo que sólo suena dentro mio, porque nada perturba este silencio ensordecedor, ni siquiera el sonido del dolor, ni siquiera la conciencia intranquila, ni siquiera estas ganas de salir corriendo hacia el final del pasillo y de un salto romper esa ventana precipitando mi cuerpo al vacío, porque realmente deseo sentir el frío y la sangre por mis venas, sentir el miedo y sentir el peso del mundo sobre mis hombros, porque llevo años encerrada en este habitáculo vacío, en esta cárcel con visitas pasajeras, en esta jaula, porque así me siento y me veo, en una jaula blanca colgada del techo de tu cuarto, soñador insomne, escritor vacío y me alimentas con efímera atención y palabras bellas, palabras inventadas y yo que soy una incrédula convenzo a tu intelecto de que quieras acariciarme para desplegar mis alas en uno de tus descuidos y dejes mi jaula abierta pero entonces volveré, a mitad de este pasillo, y mi despiste al cerrar los ojos sera otro error mio, de los muchos que he cometido, y será oportunidad para otro de esos escritores de historias aburridas para atraparme con sus redes de promesas y arrastrarme de nuevo, al fondo de sus ideas y de esta forma rasgar un poco más mi vida y mientras me balanceo en el columpio de mi jaula, a veces blanca a veces negra, regreso del olvido de un cualquiera que me rescata de este sueño y me encuentro dormitando sobre el hombro de este desconocido de quien sé la vida entera y aun así, le miro y le veo tan vacío... tan distinto como siempre.

Vuelvo del sueño, pesadilla, ensoñación y con mis ojos entreabiertos miro con desprecio su nombre escrito entre mis textos, tiro con desgana al suelo otra hoja, otro folio que no será novela, que sería otra carta que soy incapaz de leerla y camino pues, sobre un suelo, sobre una casa forrada con las hojas de palabras que jamás pude decirte.