jueves, 12 de junio de 2014

Preciosa cuando lloras

Lancé los dados al agua y vi cómo se hundían hasta el fondo del mar mientras una corriente de agua fría hacia mi pelo bailar... tú, tan preocupado por el futuro me confundiste con una gota de agua más, porque viste como me fragmentaba al entrar en contacto con el suelo, huyendo de la estabilidad vertical me desvanecí para formar parte del horizonte de quien mirase en aquel momento mi cuerpo caer.

Al tercer asalto me desplomé; postrada sobre aquel inmenso manto de nieve blanca, mi rostro se desangra, mis ojos no responden a los destellos de sol que escapan de entre las nubes... me siento incapaz de moverme y levantar mi cuerpo de nuevo, no puedo sostener mis palabras ni un segundo más para seguir luchando contra ti.

Un cuerpo frío y pálido a la deriva, vestida de tormenta y con los ojos encharcados en ideas de violencia, de daño permanente, un dolor constante e insufrible que atraviesa mi pecho. Tú no sabes cómo me siento. Sólo eres capaz de mirar cómo caen gotas de sangre por mis dedos, precipitándose desde mis uñas hacia el suelo... escapé por la ventana, escapé de los discursos aburridos, de los espejos que estallan con tus gritos y he acabado disolviéndome en el final de tus recuerdos.

A veces todo se resume en pocas letras, a veces todo se resume en paz y otras veces se resume en miedo.


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