miércoles, 28 de noviembre de 2012

Bombillas para el cielo.

Fin del primer acto; cuando nos quedemos sin palabras o nos quedemos sin ganas de pronunciarlas.

Llegará, aunque mientras dura esta mierda de anestesia ni lo piensas, ni se te pasa por la cabeza, pero llegará, ese fnal asqueroso que miramos bebiendo, bebiendo de botellas vacías y fumando, quemando el papel en la palma de la mano.
Las risas serán muecas y las muecas serán un rostro serio, con los ojos perdidos entre las baldosas.
Gris y azul, cielo acristalado, con barrotes y cadenas para no alejarme demasiado de mis condenas, de mis jaulas y las cajas que moldean y modelan a esta recluta.

Que preciosos aquellos tiempos en los que no pensabas acabar como un cristal roto en el suelo.
Que preciado el tiempo que perdiste creyendo sus falcias, hablas, mientes... callas. Y me dejas saltar al vacío confiada de que tú saltarás conmigo, pero me sueltas de la mano y todo se aleja, yo soy el final del tunel, esa luz blanca que deslumbra y que se apaga, en un infinito de preguntas y de dudas.
Una estrella sin constelación.
En un viaje imposible por mis fantasias, nunca seré musa de tu arte, porque yo no soy nadie.

Cuando acabe la tinta de mi bolígrafo y aceche el límite del folio, cuando nos quede una palabra sin decir será el fin.

martes, 13 de noviembre de 2012

Medias naranjas y otras mitades.

Frío, tanto como el de las madrugadas de Noviembre, con ese azul oscuro y gris amargo que sombrea este dibujo, he perdido el interés por mirarles a los ojos y a los rostros y a las palabras que no dicen y que en el fondo... son las que lo dicen todo, y no se callan nada.

Si por ellos fuese yo solo sería una sombra tras la cortina del hotel, la estúpida que dibuja corazones en el cristal de la ventada del taxi, una caja de papel que todo el mundo dice que guarda los tesoros más preciosos y horribles de la galaxia y cuando uno de esos atrevidos curiosos se acerca a mi ve que en mi interior no hay absolutamente nada, nada más que un vacío inmenso que inundaría el universo si no fuese porque me consumo bajo el cielo del otoño.
Salir de mi jaula para mirar arboles reflejados en los charcos de agua sucia del suelo del parque, para mirar los pasos cansados de los transeuntes, cada uno cargando con su propio plomo en la espalda, mirar a los ojos al sol que se esconde tras los bloques de esta urbe dispuestos en forma de dominó, caerán mis ojos cuando te vea de lejos y no habrá suficiente aire para mis pulmones cuando quiera decirte lo mucho que me cuesta sostenerme y no desvanecerme como una hoja, como una pluma, como un saco de huesos rotos, mal curados...

Unnilbio
 
Yo, la fumadora de vestido rojo y botas negras, la que dibujaba sin pinturas y escribia sin ideas, y tú eres ahora mis ideas y las pinturas.
¿Nosotros?, la obra de un artista, ¿no crees?
No, no creo demasiado pero al menos me sostengo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Apagón celeste.

Cuando miro a tus ojos y me apartas la mirada y dejas de señalar el camino del que hablas, y dejas de hablar porque... ¿para qué gastar palabras en mi?, entonces me doy cuenta de que estoy perdida, de que tú te encontraste hace mucho ya y a mi solo me queda un desierto de caminos ilimitados, sin un margen sobre el que apoyar la espalda.

Me devuelves la oscuridad de las tardes que se convertían en noches frías, con el frío del parque, y con el frío de colgar los telefonos sin "te quiero" que decirte, que dedicarte o que sentir por ti, ¿cuándo perdí la ilusión por verte?, ni yo misma lo sé, pero ese día llegó y llegó este rostro serio, desencajado y pálido y no era bueno para mi saber de tu infinita ilusión por verme cuando yo empecé a odiar cada segundo del tiempo que pasaba contigo, como una mentira pintada de colores vivos, una mentira que me empujaba hasta el límite de este avismo inmediato, pero soy una cobarde y debí haberlo roto todo desde un primer momento, haber dejado caer la poca confianza y romperse en dos pedazos y no entonces que deje caer casi una porción de mi vida y se fracturó en diminutas gotas, ¿cómo recoger las lágrimas del suelo?, no puedo recuperar el tiempo ni olvidar el conocimiento, ser una idiota bajo el agua de la ducha, sobre los charcos de la lluvía planteandome cómo he llegado ha ser todo esto, cómo llegué a este punto del camino, a dejar de ver futuros y a ese punto sin avance ni retorno, sin señales que me indiquen que hacer cuando la agonía son cadenas en los tobillos, en el fondo de una piscina mirando hacia arriba y viendo la realidad distorsionada.

Naúfragos del mismo oceano, solo espero que cuando nos encontremos no sea demasiado tarde y que nunca se nos agote el tiempo.

Heridas en los labios.

Quizá no debimos conocernos, al igual que no debí llorar al girarme en aquella estación de metro en la que nevaba indiferencia, cuando me derrumbé por el temor y la impotencia y porque me pierde mi boca y el hablar sin pensar y sólo uno de los cientos de los miles de millones de autómatas que caminaban a mi lado me sostuvo en el aire y apartó el pelo de mi rostro para preguntarme que me ocurría y porqué derrumbarme por algo tan banal, pero quizá no carecía tanto de importancia y aquello iba a costarme más que construir una galaxia de diamantes y me iba a pesar más que un cielo de plomo, hoy me pregunto muchas cosas, ¿dónde estaba yo y mi sentido común?, o a lo que llamo ahora sentido comun es miedo.

No debiste haberme hablado, o haberte hablado yo, o habernos contestado y habernos conocido aunque sea de lejos, lo poco que sabemos del otro es suficiente como para prometer castillos de hielo bajo un sol de agosto, he perdido el norte y no sé como salir de este laberindo de paredes a media altura, de esta agonía, de esta melodía eterna y repetitiva en mi cabeza, de los gritos frente al espejo, de romper los hielos contra el suelo, de caer al suelo, de no poder mirar a mis propios ojos, cómo voy a seguir fingiendo una sonrisa que no se sostiene si lo que quiero es alejarme del horizonte más allá de las metas de llegada de quienes se proponen ser útiles y pragmáticos vividores.

Yo, que me pregunto el por qué de todo, no encuentro respuesta de nada, me quedo sola, sin nadie, y vuelvo a empezar en este bucle infinito de diálogos conmigo misma y con mis copas de agua salada para estos labios con heridas.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Espejos rotos.

Desenterrando los instantes precendentes al llanto, a la sonrisa y al bloqueo de unos labios tensos, muertos del miedo y a punto de gritarte, como las canciones que no entiendes, como los cruces que te saltas de madrugada de vuelta a casa o a la rutina, con el cielo aún oscuro despertando de su asombro, de una noche de estrellas artificiales que se ven desde las nubes, de las luces de una ciudad que nunca duerme, insomnes bailarines en calcetines y semidesnudos de preocupaciones y de dudas.

Debimos vivirlo así, y despertar en la terraza de una casa sin relojes y sin alarmas que despierten la consciencia, ser conscientes de que nada de aquello era eterno y pensar que ese magnífico momento entre el café y el quinto beso sería otro error, otro arrepentimiento y otras ganas de venir y verme, en segunda persona y alejarme de ti, tirando fuerte de mis brazos y arrastrandome las piernas, bajando esa escalera eterna, espiral eterna que nos baje al mundo desde aquella parcela del desconocimiento y felicidad, vacía de inseguridades pero llena de apariencias, dislocar las emociones y desconectar los sentimientos de un motor semiapagado que bombea y que hace ruido, demasiado ruido cuando intento buscar la lógica de todo y retumba en este fondo vacío, creando el eco. Gritando.

Aqui estamos, entre la agonía y la pasión de vernos como en marcos de cuadros de antaño, de oro y tallados por el mejor escultor, el guión mejor escrito por la mejor pluma en la mejor mano, de algún loco crítico responsable de nuestra imagen que se olvidó de nosotros y nos empujó a la deriva de un barco de papel escrito, en blanco.

martes, 6 de noviembre de 2012

Reloj sin segundero.

Cuantas veces pensé en la soledad estando con ellos, sin llenar el vacío bruto de un interior frío, de un torax de hielo para un corazón quemado.

Muertos en la calzada, pálidos y con las ojeras de cien noches huyendo de los sueños, sin cruzar palabra ni mirada alguna, con las manos arañadas del asfalto, con las uñas arrancadas por los nervios, con los ojos inhundados porque es mas fácil hacer daño... y tú lo supiste antes que yo y siempre juegas con ventaja, y siempre todo está en mi contra y yo, sola ante las tormentas y ante el tiempo, ante el invierno y las dudas, ante diálogos como crucigramas, como adivinar tu próxima frase y quedarme sin palabras, y sin tiempo, sin cartas y perder el norte, las formas, los nervios y perder el conocimiento. Despertar lejos.

Solo quiero un caballero sin caballo ni armadura, ni espadas con las que atravesarme el corazón, sin unos ojos de plomo a los que les pese mirarme y sin los labios soldados para jamás hablarme, sin un corazón de hojalata que se oxide con el aire que se atrapa entre los labios si me besa.

Quizá aquel tenía razón y yo debi haber avandonado mis ilusiones cuando aón no era demasiado tarde, y no dejar embaucarme y perderme por el mundo de la esperanza y de los sueños, donde él era perfecto y yo no era tan estúpida.

Solo quiero que me quieras y quererte.
Solo buscabas una cara bonita a la que gritar lo que esta soledad te da y te quita.

Y cada vez que me quiero ocultar, tú... tú me conviertes en gigante.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Mis palabras son vapor de cristal.

Yo, que escapé del ajetreo, del bullicio, de los cuentos de principes y de los terremotos emocionales de una solitaria pareja con los labios cosidos, solo buscaba una puerta al cielo, o a un pedazo de los sueños de un escritor sumergido en delirios, seguir un camino de hojas secas hacia el sol, aquel sol de tarde que me ayuda a recordarle, fue como el fragmento de un film abstacto en el que nadie sabe muy bien que decir, ni que callar, sin luces que apagar para esta autómata maníaca establecida en el incencio de la lluvia, gritando bajo tu ventana, y cantando esas canciones que nadie escucha.

Pero hoy no.

Alli estaba yo, descalza sobre el mundo y mirando la tormenta acercarse, boquiabierta deje caer la botella, deje caer las palabras, deje caer la esperanza, deje que me empujaras, por mucho que me cojas de los hombros y me zarandees, por mucho que me grites no voy a despertar de este sopor, porque la tormenta me ha atrapado en su infinito horizonte, en el bucle implacable de las estrellas, bailando con los brazos abiertos rozando con los dedos el mar y el cielo.

Pero hoy no.

He mirado a tus ojos y he sonreido, y he visto el sol de tarde reflejado en tu pupila y he sentido que bailabamos con la tormenta, he mirado a tus ojos y hemos abierto todas las puertas, hemos apagado todas las luces y hemos despertado entre constelaciones...

Pero hoy... hoy no.

Por ti, por mi y quizá por nosotros.

Con las luces apagadas y con el otoño en las paredes de mi jaula, mi azotea inhundada de ideas y recuerdos, agua estancada que fluye por los ojos, por el rostro, por mis manos si consigo atrapar una de las lágrimas que huyen de mi soledad y de la tristeza de los libros que leíamos por las tardes, con el sol de frente y el invierno a nuestra espalda corremos hasta agotarnos, hasta apoyarnos en las rodillas y respirar, ¿pero qué respiramos?, el oxigeno que buscamos encerrados en estos frascos como luciérnagas, dos tarros uno frente a otro, y solo puedo verte y tocarte desde mi cristal como una ilusión como si mi mano se colocase junto a la tuya. Tenerte cerca y no poder tocarte. Ni escuchar tu voz, ni mirar tus ojos, pero sé que estás ahí porque te veo, porque me ves y sonreimos pero es efímera la sonrisa que se borra en la agonía de querer y no poder escapar. Jamás he oido tus palabras, ni he sentido tu respiracion más allá del vaho del cristal, y me matan las ganas de saber de ti, extraño, enigmático brillo entre el humo de la ciudad, de los cigarros y de los odios que se queman en el horizonte.

No puedo dejar de lado las ideas, y escribo en aquella mesa, pegada a la ventana del café, mirando embobada la lluvia sobre el cristal, sobre la acera, sobre tus pasos y los ojos que me miran, ¿qué esperaban de mi?, aún sigo preguntándomelo, y cuando no encuentro respuestas, recojo lo poco que me queda, y dejo escrito en la servilleta del café que prometas no volver a prometerme más promesas.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Posits de colores para historias grises.

Vete, deja de mentirme y de intentar ahogarme en bañeras de agua fría, con ese toque dulce que dibuja tu sonrisa a cada lágrima que escupo, si no me dejas ni sangre en las venas, ni un corazón tras las costillas. Todo esto es una cárcel sobre la que arrojas continuamente copos de nieve, del invierno gris que proyectaba el cielo sobre el barrio, y sobre la ciudad y sobre nuestras discursiones a la inversa o a cámara lenta.

Siento que no avanzo, que a cada paso que doy me agarras de los brazos para prometerme que son ilusiones ópticas las verdades que soy capaz de tocar con las manos.
Mis manos, mojadas por la lluvia al intentar escapar por la ventana, no haré una escalera atando sábanas, ni voy a luchar contra dragones que custodien mi castillo; solo quiero abrir la puerta y tirar tus maletas a la calle.

Mi reflejo en los marcos, en los espejos rotos en el suelo, en tus cartas que se queman por combustión espontánea de mis sentimientos; los tacones que rayaban el suelo hoy estan rotos, y mi lápiz de labios ya no dibujara más besos, los barrotes se han torcido y de un salto rompo el vacío, como las cuerdas de una guitarra que no puede gritar más, ni quejarse de forma acustica.

Ya que mi voz se apaga y que mis ojos no brillan lo suficiente para guiar barcos a buen puerto, ya que mis manos solo son huesos dejo la pluma en la almohada junto a mis notas y dos o tres folios en blanco, y me voy, ¿a dónde?... ¿quién sabe?

jueves, 1 de noviembre de 2012

Tenía que ser así, ¿no?

Fue como quedar colgada de un fino hilo blanco, balanceandome en el vacío, en la oscuridad y en la luz al mismo tiempo, fue como si me hubieses empujado desde el borde del edificio más alto de este mundo, y aún así mantuve la sonrisa, y no hay nada de lo que más orgullosa me sienta que de haber mantenido la cabeza alta aún con el corazón por el suelo y de haberte mirado a los ojos sabiendo ambos que tu mentira es un grito al cielo, sabía que esa sería la última vez que te tendría frente a mi y podría haberte dicho miles de cosas pero no dije nada en especial, "ya me contarás", absolutamente nada más, una última mirada a tus ojos, dos pasos para darte la espalda, tres para alejarme y una vida entera para no volver a verte, y cuando ya has vivido ciertas situaciones como yo, estas cosas las ves claras, y tan clara la vi así fue, no he vuelto a saber de ti y tampoco quiero, porque esa era tu intención.

No me derrumbé y esa es mi victoria personal, cada paso hacia adelante dejándote aún más atrás desgarraba mi corazón pero ni una lágima se deslizó por mis pestañas, ni mi voz tembló ni dudó, simplemente cerré los ojos y respiré mientras me alejaba de ti y asumí que te había idealizado, convertido en un todo pero que tú no eras nada, al menos para mi y aún más en ese momento.

Te vi como un completo desconocido y me ayudé a mi misma para conocerme más, tú no eras quien yo creía, ni quien yo quería, ni habríamos sido lo que yo hubiese querido, y es mejor así, siendo tú un desconocido y yo siendo hoy más fuerte, con una cicatriz en el alma que me lo recuerda cada vez que te recuerdo, pero sigo sin llorar por ti y mientras tanto todo seguirá siendo distinto

Estrellas y asteriscos.

Quizá la silueta semidesnuda de una idiota fumando en la ventana sea la mejor forma de explicar estas noches descafeinadas, en las que ni la codicia por tus besos ni el cansancio de mis ojos me arrastran a la cama, ya estoy cansada de bailar con la almohada y de los abrazos de las sábanas y la ciudad se ve mejor a oscuras, créeme, aún recuerdo los momentos en los que él y yo fuimos nosotros si es que existieron esos momentos y no son otro delirio de esta loca que te escribe cartas con los labios, pegados al papel, dejándome el carmín y la piel en promesas, y esque esta vida es del grosor de un sencillo de tren, para ir a verte o para volver de tus sueños.

Mis odios y las caricias de tus labios se unen en un mismo vértice, como puntos de sutura para mis heridas, rectilíneas y uniformes.
Las carreras de mis medias ya no escriben tu nombre tras mis piernas, y hoy, que no me queda ni mucho ni nada, me queda poco, poco tiempo y pocas ganas de mirar doscientas veces el reloj en el mismo minuto y así tomarte un poco más de asco por tu impuntualidad, llevas toda mi vida de retraso y no apareces, yo te busco y solo topo con mediocres y con ratas que no aprecian ni el color de mis pestañas.

Decías que fuese feliz sin importarme hacerle daño a alguien o no, porque los demás no dudarían en hacerlo para ser felices, decias tantas cosas que ahora me son tan útiles... a veces no se si odiarte o quererte por todo el mal tan bien hecho que me provocaste, a veces no se si admirarte o repugnarme de ti y como no se que hacer, ni que pensar, ni que soñar, apago el cigarro en la luna y me voy a descolgar los teléfonos y a parar los relojes.

Ojalá no vuelvas nunca o mejor diré hasta mañana.