viernes, 28 de diciembre de 2012

Como dibujos desanimados.

Se nos rompió el sonido al impactar contra el suelo. Ella, que soy yo, quedó en silencio y fue quien cortó los cables con un cristal que al quebrarse cayó a las baldosas, y te miré con los ojos de "jamás me lo perdonarás", lo sé, pero no importa demasiado si nos movemos en la cuerda de lo cínico, ¿no crees?.

Somos dibujos inanimados buscando las estrellas, buscando ese sonido, impacientando al tiempo...
Aun la recuerdo con los nervios entre los dedos, tras el cristal del autobús dibujando interrogaciones en el suelo con la punta del zapato. Un café en el que se refleja el contaminado cielo de esta ciudad y los tejados de los bloques; la voz singular de ese cantante al que solo cuatro escuchamos porque solo dos lo entendemos de verdad.

Cerrar los ojos, sentir el viento de las alturas... ¿y dónde estamos?, ¿y qué más da?, si eres feliz o si al menos olvidas la tristeza y tus motivos para llorar, podríamos estar en el horizonte de cualquier lugar, podríamos estar perdidos en el mar... ¿y qué más da?, si aquí no hay ruido, sin gritos que se rompan contra el suelo, sin cristales... solo estrellas, la espuma de las olas borrando nuestras huellas, inundándonos los pasos. Sin necesidad de alcohol, más etílicas que las palabras, que las alas que aportan las miradas, no existe licor, más dulce que la saliva de los besos...

Quizá yo estoy equivocada, pero este es un gran error... ¿no crees?

jueves, 27 de diciembre de 2012

La caida vertical.

Todo quedó a lo lejos y sus labios se cerraron como la esperanza de despertar de nuevo; alcé los ojos y encontré los suyos, mirandome fijamente pero no me veían, invisible e inperceptible... absurda.
Me sentía idiota, llorando ante un idiota. Llegó el viento arrastrando a la tormenta y la lluvia limpió la sangre de mis heridas como el tiempo limpió el dolor de mis recuerdos.

¿Cuál sería la ciudad infinita? y ¿dónde éramos tú y yo un "nosotros"?
Donde los tejados eran altos y podía acariciar a los planetas, bailar con los planetas, mirarte a los ojos y ver en ti tus galaxias, donde los secretos envolvían el suave roce de los dedos en la espalda. El rojo era el carmín y no el dolor, la oscuridad era azul y podíamos ver esas bombillas celestes, cambiar sus colores cada noche. Fugaz. Le pediré un deseo a las estrellas de tus pupilas que son fugaces si me apartas la mirada de los ojos.

"Átrevete a acompañarme"

Volvió la melodía al huir en pijama hacia el mar. El horizonte. Bailando en los tejados, en camisa y calcetines, caminando agarrados de la mano de puntillas entre las olas para no despertar al mundo, para que sigan durmiendo para que tú y yo, para que nosotros podamos seguir bailando...

jueves, 20 de diciembre de 2012

Lunáticos solares

    Cuando perdí la noción de la realidad y la ficción, de la verdad y la mentira y comencé a dudar de lo que mis propios ojos veían, mirándote a los ojos perdí lo poco que quedaba en mí de lógica.
    Nunca solté el acelerador del coche, no quise dejar de sentir el viento en los parpados, correr con los ojos cerrados o con la mirada perdida en las promesas de un lúnatico, a veces solo necesito gritarle al espejo que: ¡por qué eres tan idiota!; y como voy a contestarme, me quedo tan callada como antes, descosiendo verdades y promesas, atando dudas como nudos en el lazo de un suicida, como la de un suicida inmortal es mi agonia; ya no me sorprenden las estrellas fugaces de tu cielo, no me sorprende el brillo de tus galaxias, ni tus poemas cósmicos.
   Frente a un público desalmado este desastre de actuacción, con una silla y tu juego de corbatas atándome las manos, me clavas botellas de vidrio rotas por las noches de copas quiza... quien sabe, solo son cadáveres con los labios cosidos y los ojos bien abiertos, para no perder detalle del momento en que me pidas perdón.
    El ilusionista que acabo su función haciéndome desaparecer el corazón de entre las manos para poder aplaudirle con entusiasmo, y tarde, darme cuenta de que sin corazón no puedo bañarme las arterias del neón que me ilumine entre las sombras de la madrugada. Brillar como una estrella en el cielo de tu boca, al borde de tus labios, saltando al vacío sin perder la esperanza de caer en tus sueños.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El billete del metro en el que te fuiste.

Volvería a vivir todo lo que he vivido, y a equivocarme otra vez en los mismos errores, para volver a llegar a este momento. Volver a llegar a conocernos, a estar juntos, a vivir todo lo vivido...

Desde aquí arriba y en camisa y calcetines, como mirando las nubes para elegir una y dormirme en ella, el viento de las alturas, incalculable e indescriptible, no es un frío intenso pero me mueve el pelo y cierro los ojos sin pensar en absolutamente nada más que en ti, siento como si pudiese volar, entre el suelo y la caida vertical, entre tus ojos y los mios, tus labios y los mios, un reducido espacio para respirar de tus pulmones, para que tires de los brazos de mi alma y prender con la mecha de una vela nuestros sueños. Nada importa. El tiempo no pasa cuando estoy contigo y cuando nos queremos dar cuenta se ha hecho tarde para el resto del mundo, para el resto de nuestra suma...

Un paso tras otro, manteniendo el equilibrio, mirando el horizonte, Madrid deslumbrando a las propias estrellas, un paso tras otro sobre los cables, una duda, pierdo por un instante el equilibrio, desde el ático, cornisa, mirador, azotea; al borde del mundo, sobre los cables Madrid se apaga, el cielo se funde y solo queda la luna, espejo para el sol vanidoso. ¿Yo?. Yo caigo al vacío, cierro los ojos y cuando los abro te estoy mirando, mientras me explicas los millones de motivos que tienes para no quererme, quiza los tengas para odiarme, grandes razones para hacerme llorar.

Sigo deseando que el tiempo no pase, aún si me estas hiriendo, porque cuando pase este momento, no habra mas momentos contigo y volvería a vivir todo lo que he vivido, y a equivocarme otra vez en los mismos errores, para volver a llegar a este momento.
Volver a llegar a conocernos, a estar juntos, a vivir todo lo vivido... Y aunque sea... volver a decirte adiós.

martes, 4 de diciembre de 2012

Las pupilas de los labios tienen forma de corazón.

En un segundo viene el viento de un invierno ya vivido y marchita las pocas flores que me quedan en la mano y se llenan los ojos de recuernos y agua, y ese agua se evapora y se secan las gotas de lluvia en mis brazos si bailé bajo la lluvia, nunca fue un bailamos, él no estuvo allí, por eso nunca estamos, por eso siempre estoy con la mirada perdida en el pasado, crees que las cosas solo pueden mejorar pero es como empujarte un escalon más, un paso más hacia la caida mas sincera y mas sencilla.
Sentada, colgandome las piernas, al borde de la mesa, mirando la caja negra de mi viaje, con miedo, porque ese viento de invierno me arrebata parpadeos.
De repente un día me levanto de la cama, con la misma cara de derrota y me miro al espejo preguntándome: ¿dónde olvidaste la sonrisa?, ¿cuándo olvidé como sonreir?, y suspiro y el agua fría de la ducha me rescata del sopor, pero sigo sin encontrar respuesta, como un día más me dispongo a contar las horas que me quedan con los dedos de las manos, esperando a que llegue de nuevo el momento de dormir y de en sueños encontrar la falsa realidad que al horizonte me sonríe y corre si me acerco, huyendo de mi, inalcanzable fin, punto y final de mis textos, inalcanzable realidad idílica donde no soy una muñeca de trapo descosida por el alma. Cuando todo parece perdido... apareces tú y mi mundo torna ante el inmenso amanecer de tus ojos deslumbrantes, y el horizonte está en mi mano y no hay sueño al que compararlo, ni que supere la realidad que estamos dibujando, uniendo las estrellas que nos deja ver el cielo, y temo cerrar los ojos y al abrirlos descubrir que todo esto ha sido un sueño.