Él es la mano agarrando mi camisa un segundo antes de dejar que me precipite cuando al borde del edificio sólo veo oscuridad y recuerdo el mismo frío que sufrí con otros y que jamás he sufrido contigo, cuando dejé de sentir mis manos por el miedo, no pude hablar sólo esperar a dejar de ver con claridad mientras las lágrimas rodaban hasta el suelo... sólo tú podías salvarme.
Pero no pude dejar de mirar las pastillas disolviéndose al final del vaso, el humo, la luz, el ruido... y vi mi reflejo en el cristal roto, vi el agua deformándolo todo, y sumergí mi cuerpo hasta dejar de respirar entonces volví a sentir tus caricias en mi pelo, tus pestañas en mi rostro, tus ojos clavados en mis ojos... porque no podría soportar la tragedia de perderte por completo.
Pero nunca llegó porque nunca estuvo allí así que nadie me encontró.