miércoles, 27 de agosto de 2014

Soliloquio

El fino hilo que sostiene mi peso se rompe, tira con violencia de mis pupilas cerrando por completo las dos únicas ventanas de mi cuerpo, rompiendo los cristales de este templo en ruinas, tanto... que siento cómo me corto por dentro con esta oscuridad y silencio que ha dejado, este vacío trágico entre mil almas saltando a mi alrededor, cadáveres amantes de los latidos rápidos, presas las drogas, enamorados de los colores de las botellas y sus licores... de los ruidos y los destellos que nos ciegan...

Yo te vi antes de mirarte y me perdí en tu halo de pureza, en ese brillo acogedor entre tanta malicia y amargura y entre cientos de cuerpos sin vida que se mueven y traicionan estaba él, como una gota de tinta en el agua, como cuando levanto la mirada y entre tantos edificios consigo ver el cielo, un pequeño trozo del cielo, una pequeña parte de algo tan inmenso...

Me di a elegir y lo último que quise sentir fue el dolor, lejos de la somnolencia de los fármacos y el vértigo de terrazas y áticos; un dolor que acaricie el corazón, que derrame el corazón por el suelo o que vacíe de presión esta cárcel de huesos y piel.

Porque en este estado depresivo, escribir es tan constructivo como dañino es pensar en la inutilidad de esta existencia, la angustia vital, la decepción absoluta mirando en sus ojos... mirando en mis ojos, y sin ver resquicios de ilusión o felicidad, sólo veo tormenta y oscuridad. Sólo veo dolor y daño gratuito e inútil, sintiéndome día a día más frágil, más vulnerable a lo tóxico de un beso, al veneno de las manos que se clavan en tu espalda cuando uno de esos muertos te abraza y te hace sentir como si le importaras.

A veces me siento tan incapaz de caer como incapaz de continuar. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Ojos de tormenta

Fumando sentada en la ventana de una buhardilla en París. Es invierno o hace frío, tampoco importa demasiado pero sé que corre aire mientras lanzo los pedazos de tus cartas ardiendo desde aquí, y ya sólo eres más humo negro en este aire blanco y asumes que yo sigo impregnando las cortinas de otros con un aroma a vainilla que enamora.

Bañeras de vino y rosas. Dulzor como el de tu sangre en la cabeza de esos golpes de los que me hablabas que te hacían sentir vivo - si me duele es que aún siento - y si sientes puedes quererme, o al menos fingirlo lo suficientemente bien mientras yo mezclo pastillas para soñar en todas las copas o mientras miro las botellas de colores rodar por el suelo de la habitación.

Puedo ver los destellos de las luces de neón reflejados en tu pupila. Puedes ver la sangre seca en las grietas de mis labios cuando miras mi sonrisa.

Un corazón hecho de hueso, huesos hechos de marfil y una piel de cera blanca para unos labios de rojo sangre, de sangre que quema en las venas como el fuego.

Bebiendo sentada en el borde de una azotea en Madrid. Es verano o el viento quema, no sé, tampoco importa demasiado mientras dejo caer de mi mano pétalos de rosas arrancados. Mis pulseras con sus tallos; mis pulseras son de espinas y tu agarras mis muñecas con tanta fuerza que no se distingue tu sangre de la mía.

Bañeras de vodka blanco y mariposas muertas flotando. Libros incendiados. Bukowski hablando de amor. La ceniza movida por el viento. Pasos descalzos sobre el hielo. Yo...  todo el desorden y la ruina existente, todo el dolor y el odio en un tarro de cristal a rebosar pero aún vacío.

Todas las esperanzas se hunden en el fondo de una fuente.

martes, 12 de agosto de 2014

Tinta blanca

Desearía ser pálida, blanca como un lienzo, dejar que me dibujes y colorees, que pintes en mí tu universo, dejar que tus dedos fluyan con pintura por mi cuerpo, desdibujar está sonrisa volteada que hace meses se apoderó de mi rostro, que desdibujes el dolor y la amargura, que redondees mis filos, mis salientes, mis picos, hacerme línea curva e infinita en una trayectoria única, que seas artista de esta obra en ruinas que es mi cuerpo, que estoy agrietada por fuera y derrumbada por dentro.

Pero él no lo comprende, sólo lee y lo intenta, pero otro que no es él sé que lo hace, sé que lo haces, que has sentido el frío en los paisajes, que has tocado las paredes tras la lluvia, que has escalado hasta azoteas mientras nieva... que sostienes el corazón en una cuerda frágil, un hilo blanco que baila con tus manos.

Me has mirado y yo te visto; tú me has visto y te miraba mientras tanto, porque nada es lo mismo cuando somos tan distintos y entre cien rostros amargos he encontrado tu sonrisa, y esa dulce mirada que brilla incluso bajo el agua de unos ojos que sin duda no soportan la distancia...

Desearía ser soporte de tu arte pero a veces creo que sólo soy palabras en el aire.

sábado, 9 de agosto de 2014

Bosque de ladrillos

Desde aquí veo Madrid, está dormida o soñando y ella como yo tira las llaves y se deja caer en la habitación con el gesto de tristeza usual, una caricia en mi antebrazo y parecías capaz de mover la sangre por mi cuerpo sólo con tus dedos. Nunca miraste unos ojos tan oscuros, unas pupilas en ruinas que no abren sus caminos y unos labios destruidos a base de gritos.

Un escalofrío, un temblor, una sensación de ahogo sin oxígeno a la vista por un químico capaz de concentrar mis recuerdos en una pastilla y botellas vacías quedan rotas en el suelo, sangre en la camisa, sangre en mi sonrisa y sangre en la cornisa de este octavo sin vistas nítidas; corre desde mi muñeca, y caminando por el alfeizar cae gota a gota. No veo el final de la calle pero si el final de la ciudad, cuelgan mis piernas y no dejo de lanzar papeles en llamas desde esta ventana.  

Miro hacia atrás, cojo impulso; esto es un ciclo antes de acabar conmigo misma. Me dejo llevar. Me dejo atraer por ti y ese humo denso que baila con nosotros, por el ruido y el color, la luz tenue y el destello.

Nadie puede más que tú, atravesar mi cuerpo con una flecha, y hacerme acariciar mi muñeca con el filo de esas tijeras negras; sonrío. No necesito caer ni desangrar mi cuerpo. No necesito drogar mi mente o intoxicar mi boca. 

Si tú poco a poco me vas matando y aunque preferiría morir en tus manos que saltar al vacío - pero no será así.