lunes, 18 de agosto de 2014

Ojos de tormenta

Fumando sentada en la ventana de una buhardilla en París. Es invierno o hace frío, tampoco importa demasiado pero sé que corre aire mientras lanzo los pedazos de tus cartas ardiendo desde aquí, y ya sólo eres más humo negro en este aire blanco y asumes que yo sigo impregnando las cortinas de otros con un aroma a vainilla que enamora.

Bañeras de vino y rosas. Dulzor como el de tu sangre en la cabeza de esos golpes de los que me hablabas que te hacían sentir vivo - si me duele es que aún siento - y si sientes puedes quererme, o al menos fingirlo lo suficientemente bien mientras yo mezclo pastillas para soñar en todas las copas o mientras miro las botellas de colores rodar por el suelo de la habitación.

Puedo ver los destellos de las luces de neón reflejados en tu pupila. Puedes ver la sangre seca en las grietas de mis labios cuando miras mi sonrisa.

Un corazón hecho de hueso, huesos hechos de marfil y una piel de cera blanca para unos labios de rojo sangre, de sangre que quema en las venas como el fuego.

Bebiendo sentada en el borde de una azotea en Madrid. Es verano o el viento quema, no sé, tampoco importa demasiado mientras dejo caer de mi mano pétalos de rosas arrancados. Mis pulseras con sus tallos; mis pulseras son de espinas y tu agarras mis muñecas con tanta fuerza que no se distingue tu sangre de la mía.

Bañeras de vodka blanco y mariposas muertas flotando. Libros incendiados. Bukowski hablando de amor. La ceniza movida por el viento. Pasos descalzos sobre el hielo. Yo...  todo el desorden y la ruina existente, todo el dolor y el odio en un tarro de cristal a rebosar pero aún vacío.

Todas las esperanzas se hunden en el fondo de una fuente.

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