martes, 23 de octubre de 2012

El edificio sin paredes.

Se proyectaba mi vida en aquella pared gris, con la pintura arrancada por el tiempo y los ladrillos gélidos de los bloques avandonados.
Mientras tanto, tú haciendo el ridículo y sin hablar porque ambos sabemos que cada palabra de tus labios carece de sinceridad y de cariño, solo quieres hacerme daño.
Yo, sin valor en absoluto para mirarte a la cara miro al suelo.
Aquí estoy haciendo el inepto, podría pasar de ti y estaría mas contenta pero no me atrevo, no me atrevo a hablar porque puede que avandones mi habitación, dejes las flores marchitas en el jarrón y el café frío en la taza y te olvides de mi cara para siempre, un siempre que no dure nada y que irrisoria estampa o imagen o fotograma de mi trémula película, de la mierda de agonía que me atrapa y que me enjaula, y ya no son cantos de sirena, son gritos de niñata sobre la ciudad de los cruces y las calles infinitas si olvidas como volver a casa, son mis gritos sordos, vacíos en mi afonía, tus manos en mi cuello apretándolo con fuerza y no verás en mi la duda ni la falta de aire cuando hablemos, no temblará mi voz ni apartaré la mirada.
No soporto esto pero estoy acostumbrada, pero no soporto haberme acostumbrado a ti, que eres un insoportable incapaz de querer a nadie pero queriendo que todos te amen locamente, creyéndote tan fascinante, si tú no eres nadie y un día lo fuiste todo, y un día me hiciste dudar de mi misma y me vi bajo el agua de la ducha. Aunque me cortases en ese preciso momento, abriéndome en canal los brazos no verías una gota de sangre derramarse, mis venas, serían tuneles lúgubres y avandonados de cualquier resquicio de vida, vacías, de un corazón vacío que no se llena con el tiempo y que cada día se hace más grande y más insoportable.

De un corazón de hojalata que se oxida cuando llueve.

martes, 16 de octubre de 2012

Ven y nos odiamos un rato.

Tras la máscara de plumas y lentejuelas no siempre se encontrará tu esperada cenicienta, quizá esté yo con mi pálido rostro y mis ansias de tirar por la ventana una vida sellada en cajas, con la tristeza de los días grises aunque estemos en verano, de la lluvia y los relámpagos, cruzando el cielo de tus días soleados o de mis labios rajados por hablar demasiado y escuchar aún más; me quedé sin palabras para defender mis esperanzas y no hay música en mi baile, ni luces de colores, ni brillo en los ojos, ni vida en mi vida, y camino como si el mundo apoyase su peso en mis hombros, con huesos de plomo y como si sus dedos señalándome me reprochasen que no doy todo lo que esperan de mi.

Yo de ellos no espero nada, de él aún menos, porque qué puedo esperar de ti, que quizá jamás leas esto, que cada vez que apareces en mi vida, que tengo tu asquerosa cara frente a mi y que tus palabras vuelven a provocarme el desorden, me arrebatas y derrumbas los argumentos y la poca felicidad que haya ahorrado como si se tratase de palacios de naipes construidos en el aire.
Bajo la tormenta y su borrasca de soledad, de odio y rencor hacia ti, bajo el cielo azul de los cuadros no hay más que un blanco por pintar, bajo el maquillaje hay un rostro demacrado, y como ya te dije, bajo mi odio hay un profundo amor imposible e insalubre, que me araña el alma con sus garras oxidadas y construye ilusiones que planeas saltar por los aires.

Si, tengo la sensación que por más que corra y huya de ti, por todas las puertas y ventanas que cierre, tú siempre encontrarás la forma de volver a estar frente a mi. Y eso me produce esta agonía y miedo. Pero más miedo me produce pensar que las últimas palabras que pronuncié a tu oido y que la última vez que te tube frente a mi, serán realmente las últimas y que jamás volveré a saber de ti.

Nos veremos en mi próximo entierro, ¿no?

miércoles, 10 de octubre de 2012

Equilibrios en el margen de cuadernos.

Bailamos, nos damos la mano y sin siquiera mirarnos a los ojos ni preguntarnos el nombre nos evaporamos como el agua de los hielos de las noches en que a oscuras yo pasaba siempre en vela, tan sola como una partida de ajedrez sin rival.

Bailamos, y tu agonía se disuelve en la saliva de los besos, y mi odio al mundo enmascarado se desnuda y me despisto siguiendo tus pasos, ¿me miras o te miro?... o nos miramos, o el tiempo ya no es tiempo, solo son los gritos de las agujas de mil relojes parados, que nunca pase el tiempo si tú y yo estamos juntos, aunque te desconozco, aunque te desconozca; aunque nunca te conozca demasiado... esta balada infinita hará que no caigamos en el olvido.

Bailamos y el mundo se desvanece, las personas y las paredes desaparecen y quedamos a la intemperie de esta ciudad por la noche, aunque el cielo no brille y el horizonte sea un cristal roto.

Tú, el espejo que sostiene la mitad de un corazón, y aunque la otra mitad solo sea un reflejo hace tanto que no lo veo completo, que no importa si te pierdes en el baile, que me pises o te equivoques, que no importe si me pierdo en nuestro baile, que te pise o me equivoque demasiado, que no importe absolutamente nada si nunca nos soltamos de las manos para seguir bailando.
¿Bailamos?

martes, 9 de octubre de 2012

Me siento de cartón bajo la lluvia

Ven, vamos a tocar el humo de los bares en los que nunca estuvimos y dejamos de conocernos el día en que nos miramos a los ojos para mentirnos despiadadamente, para prometerme cuentos de hadas ya tengo a mis libros. Gracias cielo, solo encontraste la estrella que se esconde tras la nube, por miedo a desnudarse demasiado, tras el biombo y perder la cuenta del tiempo, nunca recibí tus cartas y nunca envié las mias por miedo a perder los papeles, y el horizonte y perderme aún caminando por la línea recta que tus dedos dibujaban en mi espalda.

Tú tampoco buscabas a nadie demasiado especial, solo demasiado imposible.
Yo también quería encontrar la sonrisa en otros labios; pero solo encuentro gritos.

Vamos a irnos mientras nadie nos mira, aunque las puertas estén cerradas, aún con los tacones y las copas medio llenas, porque quién dice que para volar necesitamos alas, o que para quererte necesito saber que aunque mis ojos se desgasten y no puedan mirarte estarás junto a mi, y que aun sin ojos pueda verte.

No deberíamos necesitar desconocernos para amarnos y enamorarnos de lo que creíamos haber visto, pero es esta costumbre de hacerlo todo tan imposible y tan imperfecto, y buscar que sea exacto en una estúpida ecuación, tú siempre fallas y yo me canso de sumar si este más... siempre resta.
No digas nada, vete.