Ven, vamos a tocar el humo de los bares en los que nunca estuvimos y dejamos de conocernos el día en que nos miramos a los ojos para mentirnos despiadadamente, para prometerme cuentos de hadas ya tengo a mis libros. Gracias cielo, solo encontraste la estrella que se esconde tras la nube, por miedo a desnudarse demasiado, tras el biombo y perder la cuenta del tiempo, nunca recibí tus cartas y nunca envié las mias por miedo a perder los papeles, y el horizonte y perderme aún caminando por la línea recta que tus dedos dibujaban en mi espalda.
Tú tampoco buscabas a nadie demasiado especial, solo demasiado imposible.
Yo también quería encontrar la sonrisa en otros labios; pero solo encuentro gritos.
Vamos a irnos mientras nadie nos mira, aunque las puertas estén cerradas, aún con los tacones y las copas medio llenas, porque quién dice que para volar necesitamos alas, o que para quererte necesito saber que aunque mis ojos se desgasten y no puedan mirarte estarás junto a mi, y que aun sin ojos pueda verte.
No deberíamos necesitar desconocernos para amarnos y enamorarnos de lo que creíamos haber visto, pero es esta costumbre de hacerlo todo tan imposible y tan imperfecto, y buscar que sea exacto en una estúpida ecuación, tú siempre fallas y yo me canso de sumar si este más... siempre resta.
No digas nada, vete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario