martes, 12 de agosto de 2014

Tinta blanca

Desearía ser pálida, blanca como un lienzo, dejar que me dibujes y colorees, que pintes en mí tu universo, dejar que tus dedos fluyan con pintura por mi cuerpo, desdibujar está sonrisa volteada que hace meses se apoderó de mi rostro, que desdibujes el dolor y la amargura, que redondees mis filos, mis salientes, mis picos, hacerme línea curva e infinita en una trayectoria única, que seas artista de esta obra en ruinas que es mi cuerpo, que estoy agrietada por fuera y derrumbada por dentro.

Pero él no lo comprende, sólo lee y lo intenta, pero otro que no es él sé que lo hace, sé que lo haces, que has sentido el frío en los paisajes, que has tocado las paredes tras la lluvia, que has escalado hasta azoteas mientras nieva... que sostienes el corazón en una cuerda frágil, un hilo blanco que baila con tus manos.

Me has mirado y yo te visto; tú me has visto y te miraba mientras tanto, porque nada es lo mismo cuando somos tan distintos y entre cien rostros amargos he encontrado tu sonrisa, y esa dulce mirada que brilla incluso bajo el agua de unos ojos que sin duda no soportan la distancia...

Desearía ser soporte de tu arte pero a veces creo que sólo soy palabras en el aire.

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