martes, 4 de diciembre de 2012

Las pupilas de los labios tienen forma de corazón.

En un segundo viene el viento de un invierno ya vivido y marchita las pocas flores que me quedan en la mano y se llenan los ojos de recuernos y agua, y ese agua se evapora y se secan las gotas de lluvia en mis brazos si bailé bajo la lluvia, nunca fue un bailamos, él no estuvo allí, por eso nunca estamos, por eso siempre estoy con la mirada perdida en el pasado, crees que las cosas solo pueden mejorar pero es como empujarte un escalon más, un paso más hacia la caida mas sincera y mas sencilla.
Sentada, colgandome las piernas, al borde de la mesa, mirando la caja negra de mi viaje, con miedo, porque ese viento de invierno me arrebata parpadeos.
De repente un día me levanto de la cama, con la misma cara de derrota y me miro al espejo preguntándome: ¿dónde olvidaste la sonrisa?, ¿cuándo olvidé como sonreir?, y suspiro y el agua fría de la ducha me rescata del sopor, pero sigo sin encontrar respuesta, como un día más me dispongo a contar las horas que me quedan con los dedos de las manos, esperando a que llegue de nuevo el momento de dormir y de en sueños encontrar la falsa realidad que al horizonte me sonríe y corre si me acerco, huyendo de mi, inalcanzable fin, punto y final de mis textos, inalcanzable realidad idílica donde no soy una muñeca de trapo descosida por el alma. Cuando todo parece perdido... apareces tú y mi mundo torna ante el inmenso amanecer de tus ojos deslumbrantes, y el horizonte está en mi mano y no hay sueño al que compararlo, ni que supere la realidad que estamos dibujando, uniendo las estrellas que nos deja ver el cielo, y temo cerrar los ojos y al abrirlos descubrir que todo esto ha sido un sueño.

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