martes, 13 de noviembre de 2012

Medias naranjas y otras mitades.

Frío, tanto como el de las madrugadas de Noviembre, con ese azul oscuro y gris amargo que sombrea este dibujo, he perdido el interés por mirarles a los ojos y a los rostros y a las palabras que no dicen y que en el fondo... son las que lo dicen todo, y no se callan nada.

Si por ellos fuese yo solo sería una sombra tras la cortina del hotel, la estúpida que dibuja corazones en el cristal de la ventada del taxi, una caja de papel que todo el mundo dice que guarda los tesoros más preciosos y horribles de la galaxia y cuando uno de esos atrevidos curiosos se acerca a mi ve que en mi interior no hay absolutamente nada, nada más que un vacío inmenso que inundaría el universo si no fuese porque me consumo bajo el cielo del otoño.
Salir de mi jaula para mirar arboles reflejados en los charcos de agua sucia del suelo del parque, para mirar los pasos cansados de los transeuntes, cada uno cargando con su propio plomo en la espalda, mirar a los ojos al sol que se esconde tras los bloques de esta urbe dispuestos en forma de dominó, caerán mis ojos cuando te vea de lejos y no habrá suficiente aire para mis pulmones cuando quiera decirte lo mucho que me cuesta sostenerme y no desvanecerme como una hoja, como una pluma, como un saco de huesos rotos, mal curados...

Unnilbio
 
Yo, la fumadora de vestido rojo y botas negras, la que dibujaba sin pinturas y escribia sin ideas, y tú eres ahora mis ideas y las pinturas.
¿Nosotros?, la obra de un artista, ¿no crees?
No, no creo demasiado pero al menos me sostengo.

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