viernes, 9 de noviembre de 2012

Apagón celeste.

Cuando miro a tus ojos y me apartas la mirada y dejas de señalar el camino del que hablas, y dejas de hablar porque... ¿para qué gastar palabras en mi?, entonces me doy cuenta de que estoy perdida, de que tú te encontraste hace mucho ya y a mi solo me queda un desierto de caminos ilimitados, sin un margen sobre el que apoyar la espalda.

Me devuelves la oscuridad de las tardes que se convertían en noches frías, con el frío del parque, y con el frío de colgar los telefonos sin "te quiero" que decirte, que dedicarte o que sentir por ti, ¿cuándo perdí la ilusión por verte?, ni yo misma lo sé, pero ese día llegó y llegó este rostro serio, desencajado y pálido y no era bueno para mi saber de tu infinita ilusión por verme cuando yo empecé a odiar cada segundo del tiempo que pasaba contigo, como una mentira pintada de colores vivos, una mentira que me empujaba hasta el límite de este avismo inmediato, pero soy una cobarde y debí haberlo roto todo desde un primer momento, haber dejado caer la poca confianza y romperse en dos pedazos y no entonces que deje caer casi una porción de mi vida y se fracturó en diminutas gotas, ¿cómo recoger las lágrimas del suelo?, no puedo recuperar el tiempo ni olvidar el conocimiento, ser una idiota bajo el agua de la ducha, sobre los charcos de la lluvía planteandome cómo he llegado ha ser todo esto, cómo llegué a este punto del camino, a dejar de ver futuros y a ese punto sin avance ni retorno, sin señales que me indiquen que hacer cuando la agonía son cadenas en los tobillos, en el fondo de una piscina mirando hacia arriba y viendo la realidad distorsionada.

Naúfragos del mismo oceano, solo espero que cuando nos encontremos no sea demasiado tarde y que nunca se nos agote el tiempo.

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