miércoles, 15 de octubre de 2014

Azúcar suave.

El suave pero contundente deslizamiento del arco del violín sobre sus cuerdas, el vacío de las copas de bohemia y el agitar de los dedos sobre las pequeñas teclas de ese viejo y rojo acordeón. Sentía el olor de la primavera aún en verano y entonces llegó el otoño con su frío y sus horizontes nublados; aunque yo aún no me rindo y te dibujo paraísos en los cristales empañados mientras con tus ojos cansados ya no puedes ni mirarme y me dices "nunca dejé de echarte de menos", yo sólo te sonrío porque sólo sé sonreírte y posar mis ideas en tu hombro mientras fumo y fumo. Mientras te digo que te quiero con mis palabras blancas de humo.

Después de un infinito viaje, este largo caminar, este largo recorrido... aquí estamos tú y yo, observando este color azul y blanco del mundo al amanecer frente al mar y mis zapatos han caído al suelo mientras nos tumbamos sobre el capó. Acabé bailando para ti, delicados movimientos sobre el agua de la orilla, moviendo mi vestido blanco con mis rizos al sol de la mañana, las uñas tan rojas como los labios y una sonrisa medio rota.

Cierro mis parpados coloreados mientras me muerdes los labios. Tu reflejo en mi pupila es como el de un diamante sobre el hielo. Te miro como nunca he mirado a nadie, antes de ti yo sólo era ruinas, antes de ti yo era un desierto vacío en el que se ahogaban los gritos de mi soledad. Porque si tú lo eres todo, yo, antes de ti no era nada.

Camino descalza sobre pétalos de rosas rojas mientras mis pasos son seguidos por esos tigres de bengala blancos y un invierno helador, y atravieso el humo de las fábricas cuando a lo lejos me vislumbras como a un faro tras la bruma y mis destellos salen desde el pecho, hoy visto de encaje blanco, la pureza tras la sangre que tiñó un día mi suelo, cubre mi pelo y mi rostro un velo claro y puedes ver mis ojos como dos túneles negros y puedes perderte en mi final sin preguntar.

Tú tienes el poder de hacerme temblar sobre la cuerda que ata mis muñecas tras tu espalda. Tú eres el único capaz de dejarme sin palabras. Tú me haces cerrar los ojos y sentir mi brillo y destello, ver posible competir con las estrellas en una noche de verano y con las flores por mi pelo. Haciéndome subir por esa escalera de espejos hasta donde no hay más horizonte que un fondo de nubes blancas; el cielo es un lugar en la Tierra contigo.

Veo la luna llena entre las hojas de los inmensos árboles, un bosque por la noche, un lago oscuro con el reflejo de las estrellas en el agua, luciérnagas encerradas en botes de cristal cuelgan de las ramas... Sin ropa o maquillaje, sin mascaras ni velos, sin cortinas o apariencias me sumerjo y me baño en las constelaciones que nos cubren desde el cielo y no dudo ni un momento en dejarme hundir y ahogar si no te veo aquí conmigo y desde allí arriba verás cómo me pierdo, cómo me desvanezco en este fondo negro.


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