jueves, 3 de julio de 2014

Niebla

Caminaba por la calle y vio mis pálidos antebrazos extendidos, apoyando los codos en la ventana, gotas de lluvia bailan rotas en mis dedos mientras dejo caer el aire de entre mis manos como un millón de pedazos de papel rajados y vuelan abrazados por el viento. Cierro mis ojos pintados, colores de tiza, polvo, que este vendaval se llevará consigo y sonrío una vez más.

Los veranos entre cruces de calles largas, infinitas las estelas de los coches que exhiben su velocidad ante nosotros, seres estáticos, con un par de tacones negros en la mano; veranos que revives en blanco y negro, sólo el rojo de los labios, de las uñas, de los semáforos... da color al flashback mientras las pocas pastillas que te quedan se deslizan por tu mano. Gotas de tinta azul en este vaso de agua cristalina, lágrimas de colores atraviesan tu cara mientras te ríes de nosotras y te dejas caer hacia atrás.

El amor te sienta bien; mírate, reflejada en este espejo, sonriendo con un brillo poco común en tus ojos y con ganas de arrancar las madrugadas a tus cielos sin luna blanca.

Los diamantes se convierten en nieve; caminar con pies de plomo sobre nubes; rozar los labios con los labios, con tus labios, con sus labios y mis labios acabarán desangrados, hablando a cerca de morir en las bañeras de los baños, a cerca del color de los golpes en las manos, a cerca del dolor que a veces causan esos seres extraños a los que, a veces, amamos.

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