sábado, 8 de marzo de 2014

Sostengo el agua de la lluvia

El mundo es este lugar horrible, en el que estrello vasos de agua azul contra la puerta cuando cierras y me gritas, y te grito, y me gritas, y te grito... y te grito, que no vuelvas. Pero vuelves. Y yo vuelvo a caer en la mismas redes sostenidas cada vez por unos brazos diferentes. Y no salgo de este bucle, esta vorágine de humo denso de colores intensos que baja por la escalera de caracol, por la que yo subo descalza desde el salón a un mirador de faro, esa noche, en la que todas las estrellas precipitaron sobre el mar y ardió como si fuese el fondo de un bidón de gasolina cuando cae la ceniza de un cigarro. Y descalza en equilibro con la barandilla de aquella terraza y la luz girando una y otra vez tras de mi; sentía el frío de la noche y el calor del vértigo y ese deseo de volar cada vez más intenso, cada vez, más exacto y menos precipitado, menos ilógico, más seguro... y me dejé caer, esta vez sin red.

Escucho:"Sweet dreams are made of this" - y mis pupilas se contraen y se dilatan y veo en las grietas de tus labios realidades acomplejadas que lloran por dormir en el fondo de tu garganta como palabras que no pronuncias y que te guardas y te persiguen, como a mi las mías, cada noche que intentas conciliar el sueño y vienen a tus ojos cerrados imágenes lúcidas, destellos irracionales, surrealismo de Dalí aterrador, haciendo daño, contrayendo el corazón y paralizando tu rostro. Y de pronto sientes como la sangre de tus venas llega a tu mano y escapa por la punta de tus dedos, y el sonido de las gotas golpeando con el suelo cada segundo, cada minuto. Te despierta ese grito en los oídos. Me despierta el grito de mi mente en los odios.
Y no puedo escucharme.

Vete, y si dices que no volverás jamás - Que sea cierto el jamás

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