domingo, 25 de mayo de 2014

L'amour nous affaiblit - Te quiero

"Subía al tren con él. Me abrazó y mientras me hablaba de "nosotros" veía como Madrid se alejaba atardeciendo sumergida en ese humo blanco que cubre la ciudad, ese humo blanco al que todos llaman nubes."

Los últimos recuerdos que guardo después de aquello son casi invisibles, ocultos tras la opacidad de la inutilidad y el desinterés. Tarde o temprano acabaría mirándome las uñas rojas tumbada en su diván, fumando un cigarro largo y con la mirada de "tú no me conoces y nunca lo harás", el aburrimiento absoluto; cruzo mis piernas y clavo en el cuero la aguja de mi tacón, me prestas el encendedor y comienza a oler a gasolina, me oculto tras la primera nube de humo blanco y lo primero que ves brillar es el fondo de mis ojos, cuando me preguntas qué hago aquí contigo y no te contesto porque no sé qué decirte... 

Contemplativa, estática y sonriente. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé contigo, con este momento, con algo distinto a caer por el mismo precipicio; es esta música de fondo con la aguja rayando el disco en la misma parte de la misma canción, una y otra vez. Tú nunca me rechazas. Tú siempre bailas conmigo. ¿Por qué hoy no lo haces?, ¿por qué no me recuerdas como yo a ti te recuerdo?...

Una lágrima atraviesa mi rostro hasta la comisura de mis labios, te miro con los ojos irritados, inmersos en lágrimas, me escondo tras un mechón de pelo, sonrío y enciendo mi tercer cigarro, por lo que a mi respecta estoy navegando en el fondo de tu vaso y tú no haces más que intentar rebosarlo.

Encuentro tus manos como hielos. Tus abrazos arañando mis costillas. Sabes que mañana no estaré contigo. He salido de esta sala como entré, igual de callada y con las mismas esperanzas, me giro a mitad del pasillo esperando verte antes de cerrar la puerta y así es, ahí estás y no sé cómo lo haces pero te fijas en el suelo enmoquetado y distingues un reguero de sangre que termina en mi brazo.

Enciendo mi último cigarro, antes de caer al suelo, mirando tu cara de asombro y preocupación, no tengo fuerzas para decirte lo mucho que te quiero y caigo sin más.

Creo que después de aquello no supiste cómo actuar, jamás habías visto en mí tanta debilidad, quizá por eso nunca desperté o quizá fue por eso que desperté en un hospital...

No hay comentarios:

Publicar un comentario