domingo, 6 de marzo de 2016

Desastre natural

No recordaré tu nombre, el color de tus ojos ni la textura de tus paredes, aunque pase una tarde contigo, aunque me invites a una copa y me sonrías mirándome a los ojos, hablando de nimiedades, haciendo parecer tu vida algo más interesante... No obstante, me encanta tus manos, la forma en que gesticulas cuando me  hablas y tu voz... Tu habitación era un bosque con guirnaldas luminosas que se tendían entre los árboles, el viento las hacia moverse como la ropa mojada, una hoguera de colores en el centro y tu cielo de noche estaba hecho de linternas a pilas, me encanta la forma en que dudas, tu forzada timidez, tu inexacta seguridad...

Aquí se descosen las camisas, los vestidos... la piel se cubre de tinta y nos hace parecer paisajes, quizás seamos paisajes caminando entre personas que nos admiran y olvidan, tan intenso y simple como una de esas pastillas con dibujos pegada en mi paladar, las palabras se hacen largas intentando salir de mi boca y mis ojos no se mantienen despiertos.

-¿Por qué tornas los ojos en blanco? - porque intento mirar dentro de mi a ver si encuentro algo de luz o de oscuridad, donde todo parezca infinito, sin barreras ni fronteras que encarcelen a mi sombra.

Eres un desastre natural, una tormenta sobre mi desierto, eres un azul eléctrico fluorescente, un color ultravioleta que se siente sin ser visto, tus manos en mi espalda mientras empujo tus sueños bajo la cama y deslizo tu odio fuera de tu mente, 

-¿Te has sentido incapaz de sentir nada por nadie alguna vez, nada que no fuese odio, rencor...?, ¿alguna vez te has sentido incapaz de amar?- no sé, quizá, quizá por eso sigo buscando en sus fotografías, intentando encontrar algo que me incendie, algo distinto a este frío ártico que siento solo con pensar en él.

Él es un príncipe tallado en hielo y mi piel es metal fundiéndose. Dice que le odio, que es lo natural en mi... que soy una celda llena de diamantes sumergida en el océano, que a él le falta el aire para salir a buscarme...

Me encontrarás al final de este campo de trigo, donde las montañas dejan de ser una ilusión.
No habrá más historia que contar, no caerán más estrellas en tu vaso a rebosar de saliva que nunca empleaste en hablar conmigo,
No habrán más amaneceres como este, en el que te puedas sentar conmigo en la ventana, sin miedo a caer desde este décimo con vistas al futuro...

Me encontrarás al final de este campo de trigo, donde las montañas dejan de ser una ilusión, suena la misma canción de siempre, me ves caer al horizonte... abatida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario