jueves, 13 de junio de 2013

Descosiendo heridas

Caen las palabras de mis labios a oídos del inconformista que me escucha tumbado en el horizonte, nada es suficiente y todo es demasiado; aprendiendo de la experiencia, de observar los hechos naturales, las lluvias de las estrellas, sé que tú también querías ser como ellas y cruzar el cielo ante la atenta mirada de unos ojos preciosos, con el brillo propio de una galaxia esos ojos que me ocultas... ¿por qué escondes tu mirada?

Quiero, desenamorarme como si me desvistiese de los nudos que me atan y desnudar el alma arrancándome estos pétalos marchitos; pobre y triste flor que se hiere con sus propias espinas... el rocío, que tú llamas, son las lágrimas de mi corazón y está llegando el invierno y la escarcha hiela mis párpados, estática; moriría aquí y ahora estática con mis ojos clavados en tu rostro, muero si no evito ver como te alejas y cruzas el puente de madera; luna llena, yo vacía; ¿a quién le importa el color del cielo? pero yo lo veo arder, arde tras tu silueta perfecta, este bello atardecer envidia tu belleza y quiere llamar la atención del artista, pero no existe más arte que el humo escapando de tu cuerpo y ojalá yo fuese el aire, pero hoy me siento viento, del celeste puerto, tan lejos, tan cerca, tocarlo es una falsa ilusión en vida...

Volveré a tenerte cerca, respirar el aire de tu boca, desvanecernos en el eclipse...
A oscuras; desaparecer contigo a oscuras y ni en vida la muerte podrá encontrarnos... llévame lejos, lejos del mundo, lejos incluso de este universo.
Vivir en armonía, en la continua magia del momento, donde nuestra cárcel no sea nunca el trabajo de un relojero, donde nunca más arrastremos cadenas, libres... vivir libres, morir libres y permanecer en el recuerdo siendo eternos.

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