miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi carmín en tu copa.

No me llames artista; no te confundas; ojalá pudiese escribir unos versos impactantes en la servilleta mal doblada del café, agitando el azucarillo con desdén, cruzando las piernas rayando con el tacón de aguja la madera del parqué, mirando el reflejo del cielo y los últimos pisos de los céntricos edificios en el té de mi taza.
El carmín dibuja mis labios en el filtro del cigarro, la primera chispa y el humo, ahogando da vida a estas horas de la tarde, las últimas horas del día y sólo quedo yo; a la deriva por calles infinitas, alcanzando esos horizontes imposibles... desapareciendo, dejando únicamente el eco de mis pasos...

Me despierto, cada mañana que no lo olvido salgo y me asomo apoyando mi cadera en la barandilla del pequeño balcón, con un vaso cuadrado en la mano, dos hielos bañados por coñac; despeinada, desvestida sólo cubierta con una simple camisa, encaje negro, o blanco o del color de los días desencajados que guardo en el cajón. No importa. Siempre es lo mismo. Desvestida, no desnuda porque aún tengo los nudos que dejaste por atarme a tus rutinas, querido... no te miento si te digo no te estoy escuchando; sólo pienso lo bien que quedarían tus manos por mi cuerpo, donde no caben las palabras, mentiras ni excusas.
Un pequeño habitáculo de libertad infinita, paredes estampadas, un gran espejo antiguo, música a un volumen ensordecedor, y una inmensa alfombra suave como la droga...

Intensa contracción involuntaria de tu cuerpo un segundo antes de sentir que flotas, peso pluma, como un hielo deshaciéndote irremediablemente, vuelas con los pies en el suelo, las ideas son pompas de jabón que escapan de tu mente por la boca, el arco iris en mis uñas arañando las estrellas y las nubes...

Dime: ¿puedes ver las luces?

1 comentario:

  1. Cuando tus palabras iluminan las sombras del ser humano que todos llevamos debajo de la ropa si que puedo verlas...las luces.
    Besos

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