miércoles, 22 de mayo de 2013

Catarsis

Cierro los párpados y me siento flotando entre nubes de plumas y arena, donde el tiempo vuela y la luz viene dada por la luna como una perla flotando en alquitrán; como un diamante cortándome los labios escribiéndome tu nombre desangrando mis silencios. Las noches son eternas, los días no pasan si no corro las cortinas y muero acurrucada bajo esta mierda de ventana mientras miro la proyección de la sombra de los coches en el techo y muero porque no vivo y siento que el tiempo sólo avanza al otro lado de las verjas que protegen el cristal de mi jaula. Aquí dentro los resquicios de un ser inanimado yacen en el suelo reflejada en los pedazos de los espejos, rotos, que dejaste con tu huida. Prométeme que no volverás nunca.

Salí corriendo, dejando a cada paso una lágrima en el suelo, sin notar siquiera que caía desde mi rostro, cruzando el vertical límite por si algún día quería volver, por si me pierdo y nadie viene a ayudarme.
Llegué a aquel mirador, sólo idas y venidas, aves de metal se alejan a otra ciudad, emigran en busca del calor del cariño, huyendo del helado sopor del dolor, el daño que produce la presión que ejerce la monotonía sobre sus finas pieles...

Vino y me abrazó, no tenía rostro ni prejuicios, no me conocía ni siquiera recordaba mi nombre si alguna vez lo escucho por casualidad o error; sentí que caía de espaldas pero él esperaba con sus brazos extendidos, sentí aquello pero al precipitarme solo hallé el dolor del impacto contra el suelo, el suelo de mi habitación, un espacio diáfano y sin suficiente espacio para mis ideas.

Grandes ventanas, una ciudad que vive y muere, el humo huyendo de mis labios, las botellas rotas, desmayada sola y aún con los tacones puestos; sonaba en espiral, bucle infinito en mi cabeza: olvídalo, olvídalo hay un mundo y tú; puede que en realidad sea como tú, puede que en realidad seamos únicos, puede que en realidad sea como tú... puede que en realidad sea como tú, puede que... puede.

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